La contratación de spots publicitarios de cualquier
televisión no es cosa solo del departamento comercial sino más bien de la
función creativa. Por muchos agentes que existan en el organigrama destinados a
gestar contratos de difusión de marcas o servicios los programas quedarán
huérfanos de acompañamiento mercantil si no han sido capaces de escalar cifras
atractivas en el barómetro del share.
Por lo tanto, en el caso concreto de Canal Sur, el primer
paso para que acudan los dineros a la exhausta caja de la empresa no lo tiene
que dar Julián Vargas, el recién estrenado mandamás de la oficina de negocios,
sino Isabel Cabrera a la que toca como directora adjunta y responsable de las
relaciones con las productoras, la contratación de programas diseñados por
éstas que hagan sugerente la oferta y fuercen el ascenso de los niveles de
audiencia.
Conviene resaltar que el mercado en el que se sitúa la
televisión de todos los andaluces es precisamente el andaluz y las empresas que
deseen estar presentes en él no son las que fabrican dentro de sus fronteras,
reducidas en la actualidad a un ranking mínimo en el que ocho de cada quince
pertenecen al sector de la alimentación, sino las que traen de fuera sus
productos y utilizan la publicidad como instrumento de marketing para enganchar
a sus consumidores.
Agosto no es buen mes para iniciar una acción
comercial. Sí, para prepararla. Los
comerciales de Canal Sur a quienes quiero suponer suficientemente preparados
para asumir estas ideas, disponen de sus largos días para ir preparando los
muestrarios.
Y a Isa Cabrera, una moderna ejecutiva de la televisión
del momento curtida en la responsable misión de decidir una parrilla de
programas llena de sugerentes sortilegios , la trascendente
misión de prevenirlos.
Ahí es nada.