martes, 28 de mayo de 2019

PACTOS, ACUERDOS Y DECEPCIONES



En los casinos de los pueblos son frecuentes en estos días las charlas entre contertulios que ponen de manifiesto las amargas decepciones de los que votaron en un sentido y luego ven como los pactos electorales conceden  valores distintos a sus votos y los encaminan para conseguir acuerdos con otras formaciones políticas en sentido diferente.

Se sienten engañados. Y tienen razón. No son culpables de que aquellos que sustentaron su misma opción no fueran a votar ese día o no compongan el factor numérico preciso para alcanzar mayoría.

Y amenazan con lo único que les  queda: No acudir a ninguna convocatoria más.
Es lo peor que pueden hacer pero a ver quién es el guapo o la guapa que se atreve a rebatir sus dolidos argumentos.

Alguno llega a especular con el futuro y dibuja una sombría amenaza. Los votantes de mañana serán los militantes de cada partido. A lo peor el tiempo le da la razón.

Esto y el ejemplo, el mal ejemplo, del vecino o conocido que no pegó nunca un palo al agua y que hoy medra ostensiblemente desde que se metió en política son componentes disgregadores que enturbian el panorama.

Gana quien se lo curra y quien congrega una escogida multitud de entusiastas que trabajan con él o ella para implantar ideas y proyectos.

Y gana también quien lo hizo bien y aplica sin saberlo la reflexión evangélica: “por  sus obras los conoceréis”. De aquí que los alcaldes con ejecutoria brillante hayan sido reelegidos sin aparente esfuerzo.

Por lo demás la Democracia es sabia por su propia dinámica. Supongamos que el  dueño de un terreno de carácter irreductible mantiene tensas relaciones con un vecino empeñado en alterar sus linderos y con otro que se aprovecha de un pozo común. Deja este hombre la administración a tres hijos y uno de ellos llega a un acuerdo con el de los linderos y otro con el del pozo. Si hubiera seguido el progenitor, esto no hubiera sido posible. ¿Está claro?

Pues apliquemos la parábola al momento político actual.

jueves, 23 de mayo de 2019

PUÑALADAS



El móvil te sirve noticias que son como puñaladas. Las necesita para que, después de haberte enganchado con un titular, te sumerja por la fuerza en un mensaje publicitario. O en dos. O en más, según suponga el redactor la fuerza y duración del enganche. Luego viene el texto que muchas veces es mentira y por eso lo han bautizado con el anglicismo de fakenews (Bulos. Noticias falsas) Y ya por último la redacción del objeto noticiable que en la mayoría de los casos maldita la necesidad que tenías de conocerlo.

Existen sin  embargo algunas de estas comunicaciones que te llenan de ira, de zozobra y de malos deseos. Acabo de leer el partido de pin pon que se traen el Tribunal Supremo y el Congreso para determinar cual está llamado a suspender a los diputados golpistas. Pero lo peor es el complemento de las consecuencias que acarrearía esta decisión. Porque si los infrascritos son ratificados y continúan en el Congreso y el Senado,  cada uno nos cuesta al mes más de un millón de las antiguas pesetas. 

Un pastizal, como diría cualquier joven intérprete de serie televisiva, que pagamos los españolitos de a pie con nuestros impuestos.

Eso a pesar de haber liado la que liaron y por persistir en su postura antiespañola que, para mayor escarnio, han ratificado en las fórmulas empleadas para sus juramentos haciendo clara sus intenciones de fracturar la integridad hispana.

Cuando cierro el  móvil, vuelvo la vista a los papeles dispersos en mi mesa de trabajo y doy con los impresos de mi declaración de la renta.

Conocer lo que me toca pagar este año de IRPF , después de lo anterior, es uno de los ejercicios más duros de amarga realidad con los que me enfrento en estos últimos tiempos.

domingo, 19 de mayo de 2019

Y MAS DE PABLO AGUADO



Y mucho más. Afortunadamente. La revelación de este torero tiene que dar mucho que hablar. Pero yo aquí proyecto hoy desviar el tema a una cierta comparación de las aficiones de Madrid y Sevilla.

Porque Aguado antes de que formara el lío en la Maestranza tenía firmada su comparecencia en las Ventas. Y  eso sucedió ayer.

Puedo estar de acuerdo en que la plaza madrileña es la primera del mundo. Al menos por su número de corridas y su asistencia de público, pero no consigo explicarme los otros aspectos que podrían estar llamados a favorecer este fenómeno.

Sevilla planta su recinto taurino a orillas del Guadalquivir. Con vistas a la Giralda y al barrio de Triana. A cubierto, dentro de lo posible, de inclemencias meteorológicas. Madrid se sale a los terrenos de las afueras de la época de construcción de su plaza de toros, pero se empina hasta el  sitio más molesto donde soplen más los vientos.

Joaquín Jesús Gordillo, que fue uno de los primeros comentaristas que tuvieron las corridas televisadas, hablaba siempre de Las Ventas de los vientos.

Sevilla trata de acomodar las cabezas de las reses bravas a los tamaños de las muletas, consciente de que una encornadura muy abierta se sale de las medidas de la tela y complica el mando del lidiador. A Madrid las mediciones le importan poco y prefiere toros con lanzas castellanas en una panoplia abierta.

Sevilla contempla el desarrollo de una corrida con un silencio respetuoso como de público espectador de una partida de ajedrez. La afición madrileña, por el contrario, es ruidosa y exigente y grita hasta por el incumplimiento mínimo de un picador que sobrepase unos centímetros las rayas de hacer la suerte.

Sevilla anima con la música de los pasodobles la ejecución de una faena y hasta un par de banderillas. Madrid suspendió la música como consecuencia de un enfrentamiento entre las aficiones de Marcial Lalanda y Domingo Ortega.

Triunfar en una plaza así es lo más complicado del mundo. Ayer lo intentó Aguado y, claro, su toreo de caricia y de jazmín se encontró con los obstáculos de un viento inoportuno y de un toro con la cuerna tan abierta que tropezaba con todo por falta de espacio.

El torero sufrió una voltereta que encogió el corazón de los espectadores y dejó a estos con la miel en los labios.

Pero los tendidos se  callaron y, a partir de ahí, dio la impresión de que el silencio de Sevilla se había trasladado a Madrid.

sábado, 11 de mayo de 2019

CETRO DEL TOREO PARA PABLO AGUADO



Afortunadamente existe el canal televisivo Movistarplus toros. Y, además de transmitir la corrida en directo, queda grabada y puede reproducirse a voluntad porque el festejo de ayer en la Maestranza fue un espectáculo histórico que puede situarse a altísimo nivel y debe ser conservado como pieza valiosa.

Me atrevo a decir que los telespectadores disfrutamos más que el público que acudió a los tendidos de la plaza hasta que se colgó el codiciado cartel de “No hay billetes”. Los diferentes ángulos de visión, la diversidad de encuadres y la riqueza de primeros planos tanto de actuantes, como de asistentes, conocidos o no, conferían a las imágenes y a su acompañamiento ambiental y sonoro una riqueza expresiva extraordinaria,

Y Sevilla fue Sevilla y encontró al torero que necesitaba en estos tiempos de tanto embate estúpido y tanta crítica interesada a la Fiesta de los toros. Ayer le entregó el cetro a un muchacho morenillo que ha pisado el albero maestrante después de haber visto muchas películas de Pepe Luis Vázquez, de Manolo González y de Curro Romero. Sabio, valiente, pinturero, artista. Se llama Pablo Aguado y está tocado por la gracia sevillana y revestido del empaque de las grandes figuras.

Tan necesario estaba siendo y tanto intuían su revelación los poseedores de los secretos del toreo que grandes señores de la torería de ayer y de hoy, Pepín Liria y Julián López el Juli, por ejemplo, se sentaron en los tendidos a la espera del milagro. Y Morante, que se hallaba entre los componentes del cartel de actuantes, resucitó el quite del bú, corriendo delante del toro a la salida de una vara con el capote a la espalda como atestiguan las fotos que hacía Joselito el Gallo.

Hubo un momento sublime que recogieron cámaras y micrófonos. Toreaba sensacionalmente por bajo Pablo Aguado y sonaba el pasodoble “Suspiros de España”. Callaron los comentaristas. La pantalla del televisor se convirtió en un luminoso escenario de arte y de cultura. Para volverlo a ver  mil veces más.

Luego al nuevo monarca taurino que acababa de ser proclamado frente a Triana, la Torre del Oro y el Guadalquivir la multitud lo sacó en hombros por la Puerta del Príncipe.

jueves, 9 de mayo de 2019

EL CID ANTES DE LA CORRIDA



Me apetecía charlar un rato con Manuel Jesús el Cid, el torero de Salteras que ha decidido retirarse al final de la temporada. Creía que era una idea acertada en la víspera justa de su última corrida en la Feria.

Me lo imaginaba recluido en el caserío de ese cortijo rodeado de encinas y toros bravos que suelen comprar los ases de la tauromaquia cuando, como él, consiguen alcanzar el final de su vida activa tras haber figurado en muchos carteles de lujo y abierto no pocas puertas grandes de los cosos nacionales y franceses, pero estaba en un  error.

El Cid no abandonaba su pueblo natal ni siquiera en esas horas históricas que hubieran acelerado los pulsos de otros. Pregunté por él en la Montera el bar y cafetería de su propiedad, que se alza a pocos metros del centro de la población y me dijo Loli, su esposa, que lo regenta, habitualmente vestida con un atuendo deportivo que la rejuvenece, que había salido a correr un rato y estaba al llegar.

No tardó mucho. Apareció ayudando a unos repartidores de cervezas y refrescos y, al término de su colaboración, que los muchachos  agradecieron mucho, se sentó a mi lado y se puso a comentar el festejo del día anterior.

Luego me dijo que se vestiría en el Hotel Colón, que aún no había decidido el traje que se pondría de los dos que acababa de hacerse, aunque probablemente optaría por uno azul y oro y que confiaba que le ayudasen los toros de su lote y el tiempo que no fuera ventoso.

Una señora del pueblo se acercó y le dio un beso. Loli le trajo una cerveza fresquita a mi mujer que pasó ante la puerta del establecimiento y se sentó con nosotros.

No había fotógrafos de revistas de colorines ni cámaras de televisión. Todo discurría con sencillez y naturalidad. Ni siquiera yo había sacado el bolígrafo para tomar nota.

domingo, 5 de mayo de 2019

LA FERIA DE MAYO



Vuelve el telón sonoro de la feria abrileña a correr sus destellos franqueando la aurora. Ese gran decorado de casetas de ensueño aparece activado tras su largo silencio. Los hombres le pusieron retraso a la alegría y el almanaque supo revelarse al dictamen. Abril perdió sus pasos en el reloj de arena del tiempo implacable y es el florido mayo de cordobeses patios el que ocupa el estrado donde se trenza el baile.

Otra feria de Sevilla con la promesa reiterada de una semana festiva que habrá de discurrir en paralelo con la actividad laboral no interrumpida. Milagro de los sevillanos que saben provocarlo para incredulidad de críticos y espectadores insensibles.

Paseo de caballos por la mañana. Feria de flamenco en las veladas de esos domicilios itinerantes trasladados al ferial que, por definición, son las casetas.

Los habitantes de esta ciudad privilegiada se darán trazas para convertirse en protagonistas de los dos ambientes. Un desafío al cansancio que el Marqués de las Cabriolas, encomiable creador de la histórica caseta de “Er 77” ,resolvía instalando en ella una especie de rebotica ferial con literas para echar una siestecilla y seguir la juerga.

La feria mañanera se lleva el campo con sus costumbres ancestrales y lo viste de lujo para que espejee al borde de la ciudad. Los carruajes que servían en los siglos idos para el transporte de mercancías y personas antes de la aparición del automóvil, salen de sus museos y vuelven a mostrarse idealizados por el continuado retorno imposible.

Pero por las calles del recinto ferial rotuladas con nombres de toreros pasean su garbo hasta la puesta del sol siendo cada cada vez más y mostrándose mejor cuidados.

Resulta un espectáculo incomparable. Un gran carrusel colorista con landós, faetones, carretelas, breaks, berlinas,milords y faetones ecijanos enganchados con estilos diversos entre los que abundan los troncos y los clásicos con cinco o seis caballos a la media potencia o a  la gran potencia.

Es la feria a la que se acude a ver más que a beber o bailar.

Luego sigue la otra, la de la convivencia, la del olvido transitorio de estrecheces y problemas, la feria de Sevilla, la feria de siempre.