domingo, 5 de mayo de 2019

LA FERIA DE MAYO



Vuelve el telón sonoro de la feria abrileña a correr sus destellos franqueando la aurora. Ese gran decorado de casetas de ensueño aparece activado tras su largo silencio. Los hombres le pusieron retraso a la alegría y el almanaque supo revelarse al dictamen. Abril perdió sus pasos en el reloj de arena del tiempo implacable y es el florido mayo de cordobeses patios el que ocupa el estrado donde se trenza el baile.

Otra feria de Sevilla con la promesa reiterada de una semana festiva que habrá de discurrir en paralelo con la actividad laboral no interrumpida. Milagro de los sevillanos que saben provocarlo para incredulidad de críticos y espectadores insensibles.

Paseo de caballos por la mañana. Feria de flamenco en las veladas de esos domicilios itinerantes trasladados al ferial que, por definición, son las casetas.

Los habitantes de esta ciudad privilegiada se darán trazas para convertirse en protagonistas de los dos ambientes. Un desafío al cansancio que el Marqués de las Cabriolas, encomiable creador de la histórica caseta de “Er 77” ,resolvía instalando en ella una especie de rebotica ferial con literas para echar una siestecilla y seguir la juerga.

La feria mañanera se lleva el campo con sus costumbres ancestrales y lo viste de lujo para que espejee al borde de la ciudad. Los carruajes que servían en los siglos idos para el transporte de mercancías y personas antes de la aparición del automóvil, salen de sus museos y vuelven a mostrarse idealizados por el continuado retorno imposible.

Pero por las calles del recinto ferial rotuladas con nombres de toreros pasean su garbo hasta la puesta del sol siendo cada cada vez más y mostrándose mejor cuidados.

Resulta un espectáculo incomparable. Un gran carrusel colorista con landós, faetones, carretelas, breaks, berlinas,milords y faetones ecijanos enganchados con estilos diversos entre los que abundan los troncos y los clásicos con cinco o seis caballos a la media potencia o a  la gran potencia.

Es la feria a la que se acude a ver más que a beber o bailar.

Luego sigue la otra, la de la convivencia, la del olvido transitorio de estrecheces y problemas, la feria de Sevilla, la feria de siempre.

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