viernes, 29 de marzo de 2019

POPULARIDAD HEREDADA



Ya me sucedió una vez. Tomé un taxi y el conductor trabó inmediatamente conversación conmigo dando inequívocas muestras de que me había reconocido. Me sentí halagado. Seguí el curso de su charla durante todo el trayecto y al pagar entendí que debía mostrarme generoso para culminar esta situación con una sustanciosa propina y fue entonces cuando el locuaz taxista me desarmó por completo al decirme a modo de despedida.

--Muchas gracias don Matías. Estoy muy orgulloso de haber llevado en mi taxi a don Matías Prats.

El otro día fue en un restaurante en el que entramos a mediodía mi mujer y yo tomando asiento en una mesa que divisamos en un ángulo del local a la que llegamos tras haber cruzado por el mismo.

De inmediato un matrimonio joven con dos niños que comían cerca cuchicheó mirándonos y dijeron algo a los chiquillos que se volvieron hacia nosotros mirándonos con curiosidad infantil.

Como en  el caso del taxista, torné a sentir el pueril orgullo de ser conocido que me duró hasta que la familia terminó su yantar y, al pasar a nuestro  lado, me dijo ella con una divertida sonrisa:

--Saludos a su hijo Antonio. Dígale que todos los viernes vemos el Palermasso.


viernes, 15 de marzo de 2019

Canal Sur. Preguntas incómodas




No las hago yo. Me las hacen a mí por eso de que a uno todavía le recuerdan y aún hay quien era telespectador de algún que otro programa en el que estuvo, presentó o dirigió.
¿Cuándo se va a arreglar lo de Canal Sur?... Y trato de mirar para otro lado porque ignoro qué es exactamente lo que precisa una reparación urgente. Aunque tampoco me atrevo a responder ni siquiera con evasivas temiendo con fundamento que la interrogante sucesiva se convierta en una expresión rotunda: todo.

El tiempo pasa y la costumbre de requerir la mullida colaboración del sillón para ver la tele sigue sin encontrar la satisfacción interna de una respuesta en imágenes y sonido de esa televisión que todavía se atreve a decir que es la nuestra cuando de verdad es de los afortunados que se introdujeron en sus estratos directivos y reciben sueldos millonarios.

Mucho más que el presidente de la Junta ganan los que dirigen Canal Sur. Aunque el Consejo de Gobierno aprobó en julio del 2012 un acuerdo que establecía topes a la elevación de los sueldos para que nunca fuera así.

Para nada ha servido. A la larga no ha sido otra cosa que papel mojado.

El portal de transparencia de la Junta lo confirma. El subdirector de la empresa, en funciones de director y otros nueve altos directivos de la cadena son los profesionales mejor pagados en la radiotelevisión autonómica.

Y si se comprobara que la radio y sobre todo la televisión que la confiada ciudadanía andaluza ha puesto en sus manos alcanzase elevadas cuotas de audiencia podría tener un pase. Pero es que no es así. La insultante anomalía que supone la situación salarial, reservada a los privilegiados de su cúpula directiva, continúa en otras muchas entre las que se halla la deficiente presentación de cuentas anuales regida por las disposiciones del Plan General de Contabilidad.

Canal Sur ha venido dependiendo hasta el resultado de las últimas elecciones del vicepresidente de la Junta, pero cuando el socialista Jiménez Barrios abrió  la puerta de su despacho para que entrase su sustituto se encontró que venían dos: Juan Marín, vicepresidente actual y Elias Bendodo, consejero de Presidencia y mano derecha de Moreno Bonilla.

El despacho puede ser para Marín, pero para regir Canal Sur hay que crear un organismo nuevo que contenga los dos. Y analizando el soporte jurídico que pueden dar a la idea supongo que andarán ahora.

domingo, 3 de marzo de 2019

MI ULTIMO CARNAVAL



Conviene dejarlo todo anotado para corregir las veleidades de la memoria.

Unas informaciones periodísticas a las que he tenido acceso parecen divulgar que desde 1989 Canal Sur difunde en exclusiva por televisión el Carnaval de Cádiz. Y  no es exactamente así.

En un librito de memorias y recuerdos que titulé precisamente con estas palabras escribí lo siguiente:

“1989 fue para mí un año singular lleno de sorpresas y acontecimientos inolvidables, anticipos de los que me esperaban en los doce meses siguientes. En noviembre, el Consejo de Cofradías me elige como pregonero de la Semana Santa de 1990… Durante el verano, serían junio o julio, el presidente del Ateneo me nombra pregonero de los Reyes Magos…  Y, en febrero, el jueves, día dos, comento por televisión la transmisión en directo de la gran final de los Carnavales de Cádiz.

Fue mi último carnaval y tenía ganas de hacerlo. Aun llevaba clavada la espinita del torcido intento de ofrecerlo por vez primera aquel complicado 1981 del fallido golpe de Tejero, cuando los ilusionados propósitos del personal del Centro Andaluz de Televisión se vieron frustrados por las causas que dejé anotadas en otro lugar y describí ampliamente en mi libro “Historias de Telesur”.

Me lo estaban pidiendo a voces mis antepasados familiares por la línea de mi progenitor, todos descendientes de la trimilenaria Gades: los Garridos… los Bustamantes… y los Villegas. Pero, en realidad, no me tocaba. Yo había pasado del Departamento de Programas a la dirección de la Delegación en Andalucía del Ente Público RTVE para la comercialización y la publicidad. Mi cometido era vender, conseguir dinero. Y lo estaba cumpliendo con creces. José María Calviño en Madrid y Francisco Cervantes Bolaños,  en la dirección de Sevilla,  estaban muy contentos. Tal vez por eso me lo ofrecieron. Fue, ciertamente, un regalo.

No se regatearon gastos. Diría que casi se tiró la casa por la ventana. Epifanio Rojas, que continuaba regentando la Producción, era disciplinado y sagaz para guardar en ocasiones excepcionales su habitual “no” y Paco Cervantes, generoso. La competencia de Canal Sur se perfilaba en el horizonte y Salvi Domínguez que era su director general y salía como corista en una de las agrupaciones, ya había hecho declaraciones a la prensa afirmando que al año siguiente gastaría el oro y el moro.

Cuarenta personas, todas profesionales de alta cualificación, se desplazaron al gaditano Teatro Andalucía, sustituto del histórico Falla que continuaba en obras. Todas comandadas por Ángel Panero,  realizador, que disponía también en su equipo de Jesús San José como encargado de la producción, Eduardo Aguado al frente de la iluminación, Ángel Martínez, a cargo de la Unidad Móvil y Teresa Gómez de la Fuente del maquillaje.

Todo salió bien. Diría que muy bien. No cabía esperar menos. Y así fue reconocido al día siguiente por los asistentes, la prensa y los telespectadores que aguantaron hasta tardías horas de la madrugada para conocer el fallo del Jurado.

Terminé extenuado, pero feliz. Fernando Quiñones, mi admirado escritor y flamencólogo, me  protegió para que yo consiguiera mantenerme sobrio durante toda la noche rechazando inflexible las continuas invitaciones alcohólicas que me llegaban al set de continuidad que se había montado en una de las plateas del coliseo.

En los entreactos entrevisté al alcalde que era Carlos Díaz Medina, al gobernador, Plácido Conde, al presidente de la Fundación Gaditana del Carnaval, al concejal de Fiestas… ¿qué se yo?...

No paré. Mis amigos y compañeros de la tele, tampoco. Cádiz lo merecía. Supimos poner un broche de oro a las retransmisiones del Carnaval por el Centro Territorial Andaluz de la Uno y la Dos de Televisión Española  y entregar el testigo a Canal Sur, con dignidad y categoría.”

Y eso hicimos. Entregamos el testigo. Como escribo aquí, el inefable Salvador Domínguez, director general de medios de comunicación en Andalucía, iba de corista y prometió que al año siguiente derramaría el oro y el  moro, cosa que ya estaba acostumbrado hacer, en la transmisión televisiva del Carnaval.

Al año siguiente.