“Hay que hablar más de los poetas y menos de los
políticos”, ha aconsejado Raúl del Pozo en su columna habitual del diario El
Mundo y, como en el último escrito que firmé
y apareció aquí, rememoré la figura de ese matador de toros mejicano de
arrolladora personalidad al que en la Cadena SER llamaban poeta del toreo y
figuró siempre en los carteles como “El Calesero”, a él y a su memoria voy a
dedicar estas líneas.
Su nombre completo era Alfonso Ramírez Alonso y, como
nuestro coetáneo Joselito Adame,al que vemos estos días cortando orejas en las
corridas que transmite Canal Plus toros, era hidrocálido, o sea que había
nacido en el estado mejicano de Aguascalientes.
Falleció en su tierra natal el
8 de septiembre del 2002 y ha pasado a los anales de la tauromaquia por haber
ideado un lance con el capote al que denominó caleserina y que consiste en
citar a la res con el percal a la espalda y levantar la mano por encima del
hombro cuando el toro pasa por detrás.
Cuando El Calesero vino a Sevilla para participar en el
Festival benéfico organizado por la cadena radiofónica que tuvo lugar en la
Maestranza el 18 de octubre de 1980 hacía años que se había retirado del toreo,
cosa que ocurrió en febrero de 1966.
¿Qué hizo este hombre en esos catorce años?... Tratándole
y escuchando la descripción que hacía
del montón de sabrosas anécdotas de las que era poseedor, no pocas relacionadas
con su misma biografía, colegí que se había dedicado a sacar rendimiento a unas
cualidades de las que estaba genuinamente dotado y que le hacían fácil
cultivador de las Relaciones Públicas.
Me dijeron que esa
era su profesión entonces en el País Azteca y que la casa Domecq le había
encargado la promoción de sus vinos lo que me pareció un acierto de los
gestores internacionales de la bodega jerezana.
“Calesa”, que así le llamaban sus amigos más
íntimos, tenía un don especial como
narrador de apasionantes páginas del toreo méjicano que evocaba acotando sus
capítulos con un repetido “y dijo Dios”.
“Y dijo Dios”… “… te va a salir un toro con las orejas
dispuestas para que se las cortes”… o “y dijo Dios…”… al que viene ahora no vas
a poder darle ni una verónica…”
Repito que lo tengo recogido en un carrete de cine Super
ocho que no recuerdo dónde guardé. Me
parece impertinente molestar a Dios para encontrarlo, pero, a San Antonio sí es
posible que acuda.
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