Lo dicen en la locución publicitaria de un spot que se
emite en las televisiones locales… figura así en la relación de tapas de muchos
bares… y recientemente lo he leído alabando el crecimiento de la cocina andaluza
puesta de manifiesto en Fitur.
En todos los casos me suena mal. Desde mis años mozos a
esa friturilla de bacalao o de merluza, empanada en una pasta de freír y
coloreada con unas hebras de azafrán, se le llamó soldadito de pavía. Y bajo
esa curiosa denominación se degustaba en los días de cuaresma y en aquellos que los cristianos antiguos
aceptaban respetuosamente la abstinencia de carne.
El nombre de este plato ha dado lugar a numerosas
teorías. Una de ellas menciona que el nombre Pavía se debe a que su color
recuerda al del uniforme de los húsares de los tercios españoles que
combatieron en la Batalla de Pavía en 1525, en la que las tropas españolas de
Carlos V derrotaron a los soldados franceses de Francisco I. Así, la decoración
con pimiento rojo simula los galones de
los soldados.
Los dulces conocidos como Piononos se llaman así, según
he sabido también, porque Ceferino Isla, un pastelero de Santa Fe y muy devoto
de la Virgen de las Angustias, la patrona de Granada, los creó en 1897 para rendir
homenaje al Papa que había proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción de
María.
Su denominación ha corrido mejor fortuna. Nadie se ha
atrevido a feminizarla.
Los pavías, no. Debe ser como en homenaje a la integración
de la mujer en las Fuerzas Armadas.