A Sevilla se la
puede amar de muchas maneras. Unas se hacen públicas y otras quedan
ocultas. Algunas las llevan a cabo quienes son capaces de brillar en su sociedad
y otras permanecen escondidas en las páginas de su historia.
El sevillano al que se recuerda cada año por su amor a la
ciudad es José María Izquierdo, más
conocido por su pseudónimo literario, Jacinto Ilusión, poeta ateneísta que creó
la Cabalgata de Reyes Magos. Pero otros van sustituyendo su afecto renovando la
demostración con nuevas pruebas. Y en ocasiones la ciudad y sus representantes
públicos lo ven así y premian sus esfuerzos.
Los dos últimos han sido Luis Carlos Peris y Julio
Cuesta, dicho sea respetando su orden de aparición ante los focos de los noticieros. A Peris le han otorgado el Premio Taurino Manuel Ramírez del periódico ABC concedido
por unanimidad del jurado. A Julio Cuesta lo ha distinguido el Ayuntamiento
como Hijo Predilecto de la ciudad.
A los dos los he felicitado de corazón. Por teléfono. De
viva voz. Nada de mails ni de whatsapp. Y con los dos me parece que Sevilla y
sus instituciones representativas han tenido un acierto pleno.
No es fácil. Los premios y las distinciones caen muchas
veces en manos de quienes no los merecen a juicio de dos tribunales severos,
sus compañeros y el pueblo llano. En estos dos casos no ha sido así. La
ejecutoria larga de los afortunados ha puesto de acuerdo a unos y otros. De
manera tal que, en el caso de Peris, se ha producido un admirable
desbordamiento literario llegado a la prensa con páginas y columnas espléndidas
dignas de conservación.
Con Julio Cuesta habrá de suceder otro tanto.
En la España de ChisTorra, (Herrera dixit) de Alsásua y
del exalcalde que cobraba por leer la prensa y dormir en el trabajo ambas
noticias resultan notoriamente estimulantes.
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