viernes, 18 de mayo de 2018

PERIS RECUERDA A RAMON VILA



Y sigo hablando de Carlos Peris porque en esta zarabanda de la vida y de la muerte, en esta continua sucesión entre el Alfa y el Omega en que se mueve nuestra existencia, le ha tocado ser protagonista de uno de sus últimos capítulos.

Estaba viendo Telesur que ahora no se llama así porque carece de rótulo de cabecera, pero siempre se ha titulado con este nombre el informativo territorial de la Tele desde que yo trabajaba en él, cuando el locutor dijo que se había muerto Ramón Vila.

Al rato encendí el ordenador y ya estaba en la edición digital de Diario de Sevilla un magnífico artículo necrológico firmado por Carlos Peris.

Me acordé del poeta José Zorrilla dándose a conocer leyendo unos poemas suyos en el entierro de Larra.

Si Peris no fuera ya el gran periodista que es y así no estuviera reconocido, le serviría este texto para encumbrarle a la cima donde ya está.

Tan apropiado es el rostro del presentador del actual Telesur para leer una mortuoria como las líneas apresuradas pero perfectas de recuerdos y conformación literaria del trabajo de mi amigo.

A Ramón Vila me unía también el fuerte lazo de la amistad. Conocí y traté mucho a su padre, el doctor Vila Arenas, al que un día ví operar en el quirófano de la enfermería de la plaza, con las gafas acaballadas en mitad de la nariz y la energía que emanaba de su formación profesional para tomar decisiones que salvaban vidas.

Buen maestro tuvo Ramón con el que luego seguí coincidiendo tanto en la plaza de toros, como en su Carrión de los Céspedes familiar y la playa de la Antilla donde veraneaba.

Le lloran los toreros. Le dí un abrazo hace unos días en la entrega de premios de la Fundación Cruz Campo. Le lloro ahora yo y no me avergüenza reconocerlo.
Menos mal que lo recordó Peris en el Diario de Sevilla,

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