No fue el único. Algún otro fue elegido también en
aquellos años del auge poderoso de los Cursillos de Cristiandad para exaltar la
Semana Santa, pero a mí me pareció siempre que el más cursillista fue éste, el
catedrático José Ortiz Díaz que ha muerto ahora a los ochenta y seis años y
que, en su mocedad, hasta llegó a ser presidente del Consejo Diocesano de la
Juventud de Acción Católica.
Pepe Ortiz se puso ante el atril del Teatro Lope de Vega el domingo ocho de abril de 1973 y desarrolló una pieza oratoria que giró en
torno a la Pasión de Cristo como contestación a nosotros mismos, destacando
sobremanera la cuestión de la fe como gran problema de la Iglesia de este
tiempo.
Con ardoroso verbo y singular entrega Pepe Ortiz no
titubeó en afirmar recogiendo la síntesis de las alocuciones de los miércoles
del Papa Pablo Sexto, que la falta de fe es el gran fallo de la Iglesia actual
y, desarrollando esta tesis, mantuvo la atención y removió las conciencias con
afortunadas descripciones de las cofradías como manifestación pública de eso
mismo, de la fe que falta en otros ambientes.
Así llegó a una adaptación del Salmo Miserere que
proclamó como Oración Penitencial de la ciudad.
El recordado Chano Amador lo entrevistó en “Carrera
Oficial”, el programa de cofradías que hacíamos en la desaparecida Onda
Giralda. Seguía dándole vueltas
obsesivamente a estas reflexiones. Habían pasado ya más de veinte años de su
intervención pregonera en el domingo de
Pasión, pero continuaba inquietándose con ellas y las ultimó con una prevención
importante: “Los cofrades debemos cuidar mucho para que la fe auténtica no se
convierta en una fe civil”.
1 comentario:
Muy buen contenido
Publicar un comentario