Esto ya está aquí. Y la casa sin
barrer. Llega el Domingo de Ramos y todo sigue igual y lo que se cambia se hace
con tantas esquinas vulnerables que la fuerza de la sensatez y la razón obliga
a regresarlo a la situación anterior.
El problema se plantea con unos
elementos fijos y varios móviles sobrevenidos sobre los anteriores que estos se muestran incapaces de soportar.
El reloj sigue siendo el mismo y nadie ha modificado ni las medidas ni la
conformación de las calles, pero los ocupantes han crecido y ni caben en el
espacio anterior ni se mueven con la existente perfección isócrona.
En la práctica esto se traduce en
tres parámetros diáfanos: los recorridos de las cofradías miden igual, los
tiempos de paso son, salvo mínimas alteraciones de encaje, los mismos, pero los
nazarenos y el público espectador han aumentado ostensiblemente.
¿Cómo resolver la cuestión?...
Pienso que con decisión y valentía. Uniendo fuerzas y abordando los desafíos
con originalidad.
Cavilando sobre ello conseguí
alumbrar una fórmula que he detallado y expuesto en textos anteriores colgados
en este mismo blog. La denominé: “doble cortejo, doble Campana” y nadie de los
llamados a desenredar el lío le ha hecho el menor caso.
Tampoco esperaba yo otra cosa. Por
eso vuelvo a hablar de ello ahora, tras haber releído el comportamiento de
Juan, el precursor predicador en el desierto anunciando la llegada del Mesías,
cosa muy recomendable en estas fechas a lo que nos dedicábamos los cofrades
antiguos en vez de saciarnos con anticipación de cornetas y tambores.
Doble cortejo para todas las
cofradías cuyo número de nazarenos exceda del que anteriormente se consideraba
normal para su corporación. Uno de ida, del templo a la catedral y otro de
vuelta, de la catedral al templo.
Doble Campana por el alargamiento de
la Carrera Oficial hasta el recodo, frente a Correos, de la Avenida con Fray
Ceferino González, haciendo entrar las cofradías por la puerta Principal y
levantando en ese sector una amplia y elevada tribuna.
La Puerta Principal se denomina
también Puerta de Colón porque tras ella se halla, como es sabido, el túmulo
funerario en honor del almirante Hay que establecer acuerdo con el cabildo
catedral para trasladarlo de sitio.
Y ya está.
Tampoco en esta ocasión soy
optimista. Quien lea esto lo considerará como fruto de las cavilaciones de un
visionario. Seguiré meditando en el desierto de Juan.
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