Cuando estudiaba Preceptiva Literaria, aprendí que la
Oratoria podía ser Poética, que se aplicaba a los Juegos Florales que entonces
se llevaban mucho, Religiosa, como la de los predicadores de los Quinarios
cofrades en los que figuraban auténticas estrellas de los púlpitos que situaban
a gran altura a las órdenes religiosas a las que pertenecían, Forense,
utilizada por abogados, jueces y fiscales y Parlamentaria que era la que contaba
con figurones de la palabra inmortalizados en la frase del vulgo “habla más que
Castelar”.
Creo que fue el recordado Joaquín Romero Murube quien
quiso añadir un tipo, una variante nuevos, para archivar los Pregones de Semana
Santa, pero ignoro si culminó su propósito y, en ese caso, qué nombre puso al
neologismo.
La divulgación docente de esta actividad de la
comunicación mediante cursos especializados por Internet ha recogido inéditos
complementos y explica también la Oratoria social de sobremesas de banquetes,
la Pedagógica de los maestros y profesores y la Empresarial a la que ha
bautizado en inglés como Management speaking lo mismo que ayer hicieron otros
con el término Comercialización al que denominaron Marketing.
Nadie, sin embargo, podía suponer que a estos
descubrimientos de la actividad imaginativa, creativa y cultural iba a añadirse
en el seno del Congreso de los Diputados, la Oratoria Asnal. Pero así ha sido.
Y, con ejemplos tan nítidamente definidos de parlamentarios escogidos del
pueblo que los eligió para ser representado por ellos, que, afortunadamente,
impiden cualquier generalización no deseada.
Se abre de aquí en adelante un tiempo en el que las
televisiones rebobinarán una vez y otra esas secuencias históricas. Sus
señorías seguirán haciendo uso de la palabra que algunos convertirán en el
vibrante sonido que escuchaba Juan Ramón Jiménez cuando le llamaba Platero.