El domingo 1 de abril de 1990 di mi Pregón de Semana
Santa. El lunes siguiente, 2 del mismo mes, a mediodía, recibía plácemes y enhorabuenas
telefónicas en mi despacho de la Delegación en Andalucía de la Dirección
Comercial de RTVE, cuya titularidad ocupaba, que se hallaba en la primera
planta del número 2 de la calle de Las Cortes. Y ese mismo día y en ese mismo
compás horario la muerte venía hacia mí envuelta en un paquete de 320 kilos de
explosivos que traía en un automóvil el miembro del Comando Argala de ETA Henry
Parot para aparcarlo en el sótano del Corte Inglés y hacerlo estallar.
Dos miembros de la Guardia Civil lo detuvieron en un
control en Santiponce y evitaron la que hubiera sido la mayor matanza en
Sevilla a pocos días del comienzo de la Semana Santa, llevándose por delante a
los clientes de los grandes almacenes, a la Jefatura de Policía, a toda la chiquillería
del Colegio de las Esclavas… y a mí.
Fue el epílogo frustrado de mi Pregón. Por eso lo puedo
contar hoy. Paquiño Correal lo ha hecho desde las páginas del Diario de Sevilla
poniéndome la carne de gallina. Estoy vivo de milagro. Las oficinas de la gestión
publicitaria y comercial de la tele estaban a pocos metros de donde, en el
subsuelo, se hubiera abandonado el vehículo y, por consiguiente, dentro del
radio de la onda de la carga detonante y de sus más letales consecuencias.
Tengo una deuda impagable con quienes extienden su protección desde las Alturas
y con mi ángel de la guarda, que, en
aquella ocasión, no fue uno, sino que
fueron dos y se cubren con tricornios cuando desfilan delante de los pasos.
Ayer merecieron el homenaje que se les rindió en la plaza
de la Gavidia
Yo lo hago con estas breves líneas desde mi blog y las
cierro precipitadamente para buscar una cafinitrina que me ayude a paliar el
susto que todavía me dura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario