Rebuscando papeles
antiguos ha llegado a mis manos un libro de fascículos encuadernados que ha
atraído mi atención. Conserva los textos de la novela radiofónica “La sangre es
roja” que, para la cadena SER, escribieran Guillermo Sautier Casaseca y Luisa Alberca.
En aquellos años,
décadas de los cuarenta, los cincuenta y hasta los sesenta del pasado siglo, la
radio que no era el pequeño transistor, sino el aparato de válvulas de volumen
parecido al de nuestros receptores de televisión, ocupaba en el salón o comedor
de cada casa el puesto que andando el tiempo
le fue arrebatado por la caja tonta.
Naturalmente aún no
habían llegado ni “Amar es para siempre”, ni “Acacias 38” ni “El secreto de
Puente Viejo” ni ninguna de las series
con las que las diferentes televisiones captan hoy la atención y la audiencia
de los telespectadores y, en su lugar, se emitían producciones radiadas similares a ésta
llevadas a las ondas hertzianas por las bien timbradas voces de los integrantes
del cuadro de actores de la emisora, envueltas siempre en una música atractiva
y en adecuados efectos sonoros.
Sautier Casaseca y
Luisa Alberca fueron dos novelistas nacidos a la sombra de la radiodifusión. Y,
más en concreto, de esa radio. De la SER. Ambos fueron ganadores del concurso
“Tu carrera es la radio”.
Sautier era un
canario, funcionario civil del Ministerio de Marina y Luisa una mecanógrafa del
Ejército del Aire, tía del locutor José Luis Pecker, el segundo ante el
micrófono de los programas cara al público de Boby Deglané, que se ejercitaba
en la mecanografía escribiendo cuentos hasta que inventó uno, lo mandó a la
emisora y ganó el concurso.
Los dos fueron muy populares
a través de la difusión diaria de los guiones que firmaban en el medio más
importante de aquella época, la cadena radiofónica de la Sociedad Española de Radiodifusión
que entonces disponía de once emisoras
propias y veinte asociadas.
La vida cotidiana de los
españoles de esos años estuvo acompañada
por esas creaciones que, con una realización radiofónica espectacular, invitaba
a soñar y servía como antídoto y liberación de apreturas y sinsabores.
“La sangre es roja” dispuso
de un antecedente: “Lo que nunca muere” y ambos seriales fueron adaptados para
cine y teatro y dispusieron de unos intérpretes de voces de oro y sensibilidad
actoral acrecentada: Matilde Vilariño, Mercedes Conesa, Pedro Pablo Ayuso... En
voz, vocalización, e interpretación acústica les daban sopas con onda a esos
actores y actrices de hoy que aparecen en las pantallas cinematográficas y televisivas,
rodadas con sonido directo, cuyas frases no entiende nadie y demuestran a las
claras que jamás pisaron un Conservatorio de Declamación.
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