Como el tiempo corre que se las vuela, acabo de comprobar
que va para tres meses que no cliqueo ni una sola letra en esta colección de
escritos. Así que recompongo el texto perdido con un término que acabo de
recoger de las instrucciones de manejo del ordenador: cliquear. Yo cliqueo, tu
cliqueas, el cliquea... trabajo les doy a los sesudos académicos que supongo
habrán añadido la palabreja a su inventario de vocablos recién estrenados.
Ochenta días sin escribir. Qué descanso para mis sufridos
lectores... si es que tengo alguno. Y qué decepción para los gestores de la
moderna publicidad que introducían anuncios de coches en mi bitácora sin
pedirme permiso ni darme un duro.
Vuelvo al recado de escribir, que ya no es pluma y tinta
sino teclado y pantalla y me encuentro con noticias merecedoras de glosas y
comentarios. Entre ellas la elección de mi dilecto Paco Vélez al frente del
máximo organismo cofrade.
Se acabó el santo martes, me digo. Y se diluye la amenaza
de una calle Sierpes sin cofradías por la Carrera Oficial. Pero mucho más
espero de este nuevo Consejo al que es lícito atribuir los cristianos deseos de
mandar al destierro la fe civil y restaurar la misión que corresponde a las
cofradías en los ambientes de la postmodernidad.
Aquí no caben las influencers. Ni las proyecciones de
invenciones frívolas y carentes de sentido.
Hace tiempo que repito mi solución para una Carrera
Oficial que respete su valor histórico pero se adapte a los tiempos nuevos. La
resumo en dos ideas innovadoras: la entrada de las cofradías por la puerta del
Príncipe o de San Cristóbal y el doble cortejo para las hermandades con elevado
número de nazarenos.
Muchos textos como éste precisaría redactar para exponer
ambas modificaciones a la estructura y composición actual del común itinerario
cofrade.
Así que, como no quiero cansar, lo dejo por ahora, pero
prometo seguir otro día.
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