Pero bueno… ¿nadie ha podido decirle a esta mujer, a la
presidenta, que manda más que Magdalena Álvarez en sus mejores tiempos, que la
Semana Santa está a la vuelta de la esquina y que, en marzo, el domingo 22 es
el domingo de Pasión y, por lo tanto, el domingo del Pregón?
¡Luego dicen que los de Podemos se meten con las cofradías!
¡Anda que doña Susana!... A Magdalena la llamaban “Manda
Tela”.
A la presidenta no sé cómo la llamarán, pero me imagino que,
con esta decisión, de todo menos bonita.
Que son problemas de calendario… que las disposiciones
legales en materia electoral fueron dictadas y consensuadas en su día por el
Parlamento andaluz… que todo se hace en bien de los ciudadanos…
Bla, bla, bla… ¡cómo si fuéramos tontos! Esto es lo que
ocurre por tener a un Valderas que no se viste de nazareno y que a lo peor
llama a los días sacros el equinoccio de primavera como denominaba su camarada
de formación política, el defenestrado tío de la pipa, el equinoccio de
invierno a las Navidades.
No lo siento por el pregonero porque el doctor Lutgardo, que
tiene la valentía de proclamarse poeta en tierra fértil de vates y rimeros, y ha sido aceptado como tal con el
reconocimento de premios en justas, exaltaciones y certámenes, dispone de
inspiración y aliento espiritual suficientes para salir airoso de la prueba; lo
siento por la ciudad, cuyas esencias siguen siendo minusvaloradas por los que
las marginan o pretenden manejarlas a su servicio.
El problema se reduce a un equilibrio doméstico entre las
familias cofrades: compaginar el momento del cumplimiento cívico en las urnas
con la audición del pregón. Fácil. Los revisores de la Madrugada lo tienen más
complicado.
1 comentario:
Lo malo del cumplimiento electoral es que a uno le toque una mesa y tener que renunciar a un maravilloso día, no solo por el pregón, sino por los besapies y besamanos
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