Hay dos cuestiones cofrades ante las
que no doy mi brazo a torcer. Sin pretender ni muchísimo menos imposición
alguna de mis criterios y lejos, en las antípodas, dicho sea por situarme en
una inalcanzable distancia, de alentar cualquier atisbo de concurrencia
forzada. La reestructuración de la Carrera Oficial y la modificación de la
Madrugada.
A mi parecer están estrechamente
relacionadas entre sí y, aunque de la primera se hable poco en estos días
porque todo lo ocupa la preocupación por encontrar solución a la segunda, la traigo
aquí a colación como peldaño inicial en la empinada escalera que hay que
coronar hasta alcanzar una solución plausible.
Sabido es que la Carrera Oficial
tiene su origen en el Sínodo de 1604 en el que el Arzobispo Cardenal Niño de
Guevara, para tenerlas bien controladas, obliga a todas las cofradías de penitencia
a que se sometan a un recorrido común que confluya en la Catedral.
Lo hacen partiendo desde la Plaza de
San Francisco, punto de cita tradicional de los sevillanos para el dolor y el
gozo. Para las ejecuciones públicas y para los encuentros festivos. Y así,
desde sus inicios, la Carrera se extiende escasamente desde la fachada trasera
del Ayuntamiento a la Catedral. Pero pronto empieza a crecer y lo hace
prolongándose por la calle Sierpes hacia la Campana.
En este enclave urbano viene a
situarse el itinerario común de las procesiones penitenciales inamovible a
través de los siglos y engrandecido en la época presente con la multiplicada
difusión de los medios radiofónicos y televisivos.
Llegar hoy a la Campana ha venido a
ser para algunas cofradías un acontecimiento si cabe más importante que
alcanzar la Catedral y los cortejos de muchas de ellas se alargan tanto que su
lento desfile puede resultar insoportable a los ojos de los espectadores.
Sobran nazarenos.
Este es un hecho objetivo causa de
muchos problemas. El del encaje de la Madrugada también. ¿Por qué no hacer como
los costaleros? Nuevamente nos dan una lección, la de los relevos. ¿Por qué
tenemos tanto miedo a trasladar este sistema a los tramos penitenciales de esas
cofradías con exceso de papeletas de sitio?...
Sigo pensando en ello.
1 comentario:
Porque Sr. Garrido, las hermandades no deben de limitar la devoción de sus hermanos, que hacen estación de penitencia con su cofradía. Es cómo si limitáramos la asistencia a misa en los cultos.
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