Venía en el ABC. Mi
mujer alborozada corrió a decírmelo. El periódico hablaba de Jesús Vida. Pero
lamenté tener que apagarle su alegría. El texto recogía las declaraciones de un
anciano de ochenta y tres años acogido en la Residencia Gerón, que, con motivo
del Dia Mundial del Alzheimer, ha organizado una exposición con fotos de boda
de sus residentes.
Dos viejas y dos
viejos posaban para el fotógrafo y el pie de la foto de uno de ellos, que era Jesús,
recordaba que había sido un reconocido pediatra.
Reconocido y más que
reconocido, diría yo. Un eminente pediatra. Aunque hoy lo identifiquen pocos y
aparezca en las páginas impresas por el solo mérito de ser un acogido en un
centro geriátrico. Debería leerse su nombre recogido en el nomenclátor urbano,
como mínimo.
El doctor Vida,
médico, pediatra, es uno de esos sevillanos de barrio que se dejan la vida
sirviendo a los demás, sin reclamar nada a cambio
A fines de la década
de los cincuenta, cuando Florentino Pérez Embid había puesto la emisora en
Sevilla de Radio Nacional en las manos de un periodista de la ciudad, Celestino
Fernández Ortiz, un locutor de la emisora, Aurelio de la Viesca, creó un
programa titulado “Al habla con la provincia” que contenía un espacio llamado “Rincón
de la Caridad” cuyo título orienta sobradamente de sus propósitos.
Observaron los
realizadores del programa que, entre los demandantes de ayuda o asistencia
destacaban los niños, la mayoría de pueblos de la provincia y todos carentes de
protección médica oficial.
No se anduvieron con
chiquitas. Montaron un dispensario infantil en los bajos de los estudios
radiofónicos. El pediatra que lo atendía era Jesús Vida.
De lunes a viernes,
todos los días a las dos de la tarde una larga cola de mujeres sencillas de
barrios y pueblos con niños enfermos esperaba llegar a la consulta del
benemérito doctor.
Y cuando el programa
terminó y el insólito consultorio hubo de clausurarse, Jesús continuó
atendiendo a todos esos que llegaban a su consulta de la calle Aguiar, en las
mismas condiciones. O sea con un alto nivel de eficiencia y sin cobrarles ni un
duro.
Es padre de nueve
hijos. Está ingresado en la Residencia Gerón. Aparentemente no necesita nada,
pero qué bueno sería que el actual presidente de la Diputación, Fernando
Rodriguez Villalobos, le visitase un día y le llevase por lo menos una plaquita
de recuerdo.
Me voy a permitir
trasladar la idea al eficaz alcalde de Salteras, el pueblo donde vivo, para que
se la haga llegar.