Ellos dirían la
carreta. Porque la frase la escuchaba yo en mi infancia durante las vacaciones
en el pueblo de mi madre, que es Villamanrique de la Condesa, pueblo de buenos
boyeros, buenos carreteros y excelentes inventores del camino del Rocío.
Poner el carro delante
de los bueyes es hacer las cosas al revés, trastocar la razón, desbaratar la
lógica.
Me acordé el otro día
de este dicho antiguo y sabio cuando me dijeron que la boda del hijo de un
pariente mío al que tengo profundo cariño se había suspendido in extremis por
decisión común de los contrayentes.
Se han separado antes de
casarse, me dije. Y rememoré la frasecita que he situado como titular.
El hecho se presta
además a múltiples conclusiones porque la ceremonia se había programado con
todos sus avíos. Oficio religioso en importante Basílica…comida nupcial en
finca rústica adaptada a este tipo de acontecimientos… baile sin término
horario… traslado de invitados…
Hasta los regalos los
había previsto la parejita nupcial sugiriendo el ingreso de su importe en la
cuenta bancaria de cuyo número informaban como colaboración conjunta a su viaje de bodas.
Se supone que ahora devolverán
las transferencias. De no haberlo hecho así, las devoluciones serían más
complicadas. La tía Teresa podría recibir el cenicero de cerámica en vez del
cuadro con la reproducción de la Sagrada cena y el primo Adolfo el reloj de
cocina en sustitución de la lámpara de sobremesa. Un lío.
Lo tenían bien
pensado, podrá decir alguien. Creo que no. Que lo han pensado ahora y han
tenido el valor de ser consecuentes con su pensamiento.
¿Qué han puesto el
divorcio antes de la boda?... ¿El carro delante de los bueyes?... Los viejos
sentenciosos que esperan el mosto nuevo en la Bodega del Bolero dirán que sí.
Y yo voy ya pareciéndome
a ellos.
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