Si a las tropelías
antiespañolas de Arturo Más y a la angustia de los niños que huyen
con sus padres de la tierra que habitaban y buscan refugio en la nuestra no les
ponemos algún contrapeso agradable podemos caer en el pozo más hondo del
pesimismo.
Hacía falta una
fórmula taumatúrgica y las televisiones, algunas televisiones, no todas, la
encontraron en la belleza de la mujer.
Con su aplicación han
conseguido en mí caso que invierta menos minutos en ponerme al día leyendo la
prensa en Internet y me vaya corriendo a encender la pequeña pantalla. Todas
reclaman mi presencia, pero especialmente La Uno y Antena tres con la hermosura de sus presentadoras de
noticias.
Antena tres ha
cambiado de locutoras recientemente. Ya no encontramos a Irene Vaquero y a su rubita compañera matinal porque las
han sustituido por Lorena. Me pregunto cómo una muchacha tan bella, que habla
tan bien no ha llegado antes a la tele.
Lorena García no es la
Lorena García venezolana, empresaria próspera y presentadora igualmente de
programas televisivos, sino una periodista de la televisión alcarreña que hizo
la carrera en el Carlos Tercero y ganó un concurso de belleza.
No quiere decir esto
que dimita de la costumbre de salir a la calle a comprar el periódico y del
deleite de recorrer los titulares de las primeras páginas de los rotativos que
no se adquieren. Umbral lo hacía y uno sigue el ejemplo de los profesionales
que admira.
Ayer recordaba Carlos
Peris que lleva escritas seis mil ventanas en su periódico, Diario de Sevilla,
de cuyo dichoso acontecimiento le felicité telefónicamente.
Muchas leí en su día.
Este es un goce privado que no puede sustituir la televisión.
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