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Contábamos chistes antiguos como los de las series que
renovaban todos los años los payasos de los circos que venían a la Feria o los
cómicos de las revistas que se interpretaban en el teatro San Fernando.
Entre ellos los del “qué le dijo” o los del “tan, tan”
¿Qué le dijo el mostrador a la cerveza?... Qué culo más
frío tienes rubia.
Eran tan delgado tan delgado que se acostaba en un
alambre y se tapaba con una guita.
Como la presentadora del tiempo en la tele, dijo mi nieto
Manolete al que no se le va una.
Yo me acuerdo siempre de Mariano Medina, sabio y
bonachón. Y no aguanto a la estilizada señorita de la Uno de Televisión
Española empeñada siempre en meter cien palabras en el tiempo en el que solo
caben veinticinco.
Con la excepción del nervioso Roberto Brasero, para
anunciar la previsión del tiempo los rectores de las televisiones suelen
preferir modelos femeninos a científicos adustos.
Consiguen así que los espectadores se fijen en las curvas
de los cuerpos seductores en vez de en las oscilaciones de las isobaras.
A Mariano Medina en aquella televisión incipiente del
madrileño Paseo de la Habana le bajaron un día los pantalones unos técnicos
revoltosos y bromistas para impedirle abandonar el impedimento visual de la
mesa que lo protegía.
Hoy no se gastan estas bromas. Sin duda la televisión ha
perdido mucho.
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