miércoles, 13 de junio de 2018

ANIVERSARIO DEL PAPA EN EL ROCIO



Fue el catorce de Junio de 1993.  Una fecha histórica para toda la cristiandad, pero, de manera especial, para los rocieros. Su Santidad el Papa, Juan Pablo segundo, en el curso del último acto de las tres intensas jornadas que dedicó a Andalucía en su cuarto viaje a España, llegó hasta las plantas de la Blanca Paloma y se postró ante Ella para rezarle.

Era la segunda vez que venía a Sevilla y lo hacía, en  esta ocasión, a fin de clausurar el cuadragésimo quinto Congreso Eucarístico Internacional, pero también era la primera que se llegaba en visita pastoral por Huelva a la que proclamó Cuna del Descubrimiento y núcleo de devoción mariana universal destacado por su amor a la Virgen.

La capital onubense, Moguer, Palos de la Frontera, la Rábida y el Rocío vibraron con la presencia del Pontífice que convirtió a la provincia en centro espiritual del mundo cristiano.
El Papa había llegado a Sevilla el sábado anterior, once años después de haberla visitado por primera vez en 1982 para la beatificación de Sor Ángela de la Cruz.  Ahora, la finalidad primaria de su presencia consistía, como digo más arriba, en presidir la clausura del congreso en la llamada Statio Orbis, situada también, lo mismo que en la ocasión precedente, en el recinto de Los Remedios, donde, disfrutando o padeciendo, según  se mire, una jornada de calurosa primavera, se volvió a congregar una multitud incalculable de fieles en un acto que contó con la asistencia de la Familia Real.

Luego Su Santidad viajó en helicóptero a los Lugares Colombinos para conmemorar el Quinto Centenario de la Evangelización de América… Ofició la Misa al aire libre en Huelva, ante más de cincuenta mil personas en la Avenida de Andalucía, concelebrada con cinco cardenales, veinticuatro obispos y casi doscientos sacerdotes… coronó a la Virgen de los Milagros en el Monasterio de la Rábida… estuvo en la Iglesia de Santa María de la Granada en Moguer… oró ante el Santísimo Cristo de la Sangre en Palos de la Frontera… y terminó en el Rocío.

Fue el último acto de su visita al feraz rincón de la marinera y descubridora Onuba, y se recordará por esta singularidad inédita: por primera vez en la historia, un Papa pisaba las arenas del Rocío.

Yo estuve allí y lo comenté para el mundo entero ante las cámaras de la Televisión Nacional. Hace veinticinco años. Cómo pasa el tiempo.

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