Acaba de producirse una alteración fundamental en la
composición del órgano rector de la Hermandad Matriz: el relevo del presidente,
Juan Ignacio Reales y su sustitución por quien ha ganado en las últimas
elecciones, Santiago Padilla.
A Reales, profesor universitario, de amplia y fecunda
ejecutoria al frente de la junta de gobierno de la Patrona de Almonte, viene a
sustituir un hombre joven, heredero de una familia de profunda raigambre
rociera, conocedor amplio de la gestión de la hermandad, con ejercicio anterior
en su grupo directivo y de dilatada proyección en el mundo de la empresa y la actividad turística andaluzas. Cabe, pues,
esperar de él provechosos frutos y decisiones importantes en las cuestiones
difíciles que aguardan su mandato.
Una de ellas corresponde a la procesión de la Virgen,
tema difícil que viene preocupando a los responsables de la hermandad desde el
salto de la reja en la madrugada de 1981 que se produjo a las cuatro, más
temprano que nunca hasta entonces.
Se inauguraba así un nuevo horario que progresivamente
iría acercando el comienzo de la
procesión de la Blanca Paloma por la aldea al filo de la medianoche.
Al año siguiente, 1982, aún se avanzó media hora más
porque los almonteños tomaron las andas de la Virgen a las cuatro.
Y un Rocío más tarde, en 1983, el salto se produjo a las 2,47 con lo que el
adelanto resultó ya muy significativo.
La entrada aquel año fue a las 13,40, de forma que la
Señora estuvo once horas fuera del templo .Un tiempo excesivo que no obstante
fue inferior a las doce horas largas de la Blanca Paloma por el Real en 1989,
el año que Canal Sur inició sus citas anuales con la romería, y a las trece y
once minutos que invirtió en 1997 cuando por vez primera se televisaba su regreso
al Santuario por la Cadena Local Media para toda España desde Giralda
Televisión.
Continuaron los esfuerzos de la Junta de Gobierno
tratando por todos los medios de reconducir esta situación y se logró que en
1984 cuando estuvieron la Reina madre y sus hijas en la aldea, el salto se
produjera a las 3,14, pero la salida se postergara a las 4,20.
Pareció que se habían alcanzado los propósitos de
acomodar el horario a la norma antigua, pero fue un espejismo. Al año siguiente volvió a adelantarse el salto,
la salida del Santuario se situó en el entorno de las dos de la madrugada y,
salvo contadísimas y mínimas excepciones, de ahí no se ha conseguido ningún
atraso sustancial hasta la fecha.
Una desmesura que preocupa a los devotos de la romería. Más
desde 2011 cuando se rompió un varal. Y que ha alcanzado este año elevadas
cotas de preocupación cuando, en los últimos metros del recorrido, la Virgen ha
estado más tiempo en el suelo que sobre los hombros de sus portadores.
Las andas procesionales de la Virgen del Rocío no están
concebidas para un desfile procesional nocturno. Con la oscuridad el templete
se desdibuja a lo lejos. Necesita luz y ésta no cabe en su actual estructura.
Ni con candelería, ni con faroles de cola. Y, por otra parte, los almonteños ya
manifestaron, precisamente durante la primera retransmisión de Canal Sur, que
no quieren la luz externa y, si entonces algunos provocaron un incidente y
rompieron un foco que la televisión había instalado en una gradilla, hay que
temer la que se armaría si en vez de con una sola luz se iluminase todo el
recorrido.
La solución no es fácil y hay que empezar por convencer y
mentalizar a todos los hijos de la villa que la tienen por patrona y
protagonizan ese espectáculo único en el mundo de desbordada entrega el lunes
de Pentecostés.
Ya ocurrió una vez. José María Aguilar lo contaba en ABC
en 1999, “La bajada de la Virgen volvió a acontecer tras la llegada al
Santuario del Simpecado de Almonte... Se dio la circunstancia de que un
almonteño llegó a saltar la reja para bajar a la Señora, pero nadie le
secundó.”
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