Por las calles San Francisco y Columela de la trimilenaria Cádiz iba yo
dando un paseo una noche de los finales de febrero de 1981 en compañía del recién
dimitido director de emisiones de Canal Sur José Luis Pereñiguez Arenas que
entonces trabajaba en el Centro Territorial en Andalucía de Televisión Española
y ni él ni yo podíamos suponer lo que se nos venía encima
Habíamos salido del Teatro donde se
iba a celebrar la Gala final de aquella edición de los Carnavales para estirar
las piernas y relajar los nervios. Todo lo habíamos dejado dispuesto. Aquella
era la primera vez que el acontecimiento carnavalero iba a verse por televisión
y la retransmisión había despertado el consiguiente interés.
La noche era húmeda y fría con una llovizna persistente y un vientecillo
traicionero. Era como para quedarse helados. Y así nos quedamos José Luis y yo
y el resto del equipo de profesionales desplazados a la Tacita de Plata cuando
a la hora de comienzo la señal de imagen y sonido se negó a llegar desde el
escenario a los estudios de la tele en la Palmera.
Hubo que tirar del magnetoscopio, uno de aquellos mamotréticos Bochs, de
cinta de una pulgada, de que disponía la Unidad de transmisiones, donde registrar el espectáculo para emitirlo en
diferido y enviar a Boby Bustamante en su propio automóvil a los estudios para requerir
otro que permitiera emitir con el primero mientras seguía grabándose en éste.
Un susto que arreglamos como pudimos. Los técnicos dictaminaron que el problema
lo había causado la pluma de una grúa gigante movida por el viento que interfería la línea
de recorrido hertziano a través del llamado efecto Faraday. No sé.
Desde entonces guardo un razonable temor hacía los enlaces. Y mi opinión,
muy personal por supuesto, es que en una retransmisión su realizador es el que debe disponer y administrar todos
sus componentes. Parece que en la fallida emisión de las uvas no se ha hecho
así. Me atrevo a suponer que si el veterano Valentín Gamazo, realizador del
programa, hubiese tenido a la mano la “torta de publicidad” que ignoro si
continúa llamándose así en el argot, no hubiera ocurrido nada.
1 comentario:
La noche familiar y entrañable de los grandes deseos se convirtió en aquel pasaje bíblico donde los judíos gritaban "crucificadlo, crucificadlo". El sanedrín tardó segundos en señalar, acusar y sentenciar al reo. Dimite un hombre honrado que carga sobre sus hombros la cruz de otros. Ridiculizar al prójimo no es cristiano, diría que ni humano. Realmente me entristeció enormemente la reacción de los justicieros, una cosa es tomar las cosas como deben tomarse y otra ridiculizar al semejante. Un abrazo maestro y feliz año del 25 aniversario de su magnífico pregón.
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