Como en la vida todo llega y todo pasa como reflexionó
don Antonio Machado y recogió Serrat
(todo llega y todo pasa porque lo nuestro es pasar...caminante no hay
camino; se hace camino al andar) pues resulta que el lío catalán pasará también
y en el recuerdo se quedarán las caras o los caras de sus protagonistas.
Y qué caras, madre mía. La cara es el espejo del alma
y podría seguir por aquí ya que estoy
recordando frases hechas, pero no me apetece. Lo que deseo es resaltar el hecho
que no los hay más feos, ni más deformes, ni más estropeados y sin posible
arreglo estético.
A propósito ningún
dibujante avieso los retrataría peor. Ni aunque Rajoy hubiese llamado en su
ayuda a esa lumbrera política que empezó a cargarse al PSOE antes de que
llegara Sánchez y todos sabemos quien es sin que precise dar el nombre y lo
hubiese puesto a dibujar obtendría mejor resultado.
Del honorable ya dijo Antonio Burgos que parecía el tocho
de una fregona... del vicehonorable... anticipó mi abuela Juana María la Cuyá
que era rociera y de Villamanrique de la Condesa (de París, por supuesto) que
tenía un ojo cagao... del que va por el extranjero de conceller de Asuntos
Exteriores sin que lo reciban en ninguna cancillería, que parece una bola de
billar... y no sigo que estoy de todo esto tan "jarto" como la mayoría de los
españoles.
El otro día se murió en Madrid Juan Ernesto Pfluger.
Decían que en lo físico se parecía a mí. O que yo me parecía a él. Valía
muchísimo más que yo. Y él mismo aceptaba el parecido fisionómico y me llamaba
hermanito.
Fue el primer director seglar que tuvo en la emisora de
Sevilla la Cadena Cope, cuando aún estaba lejos de que sus emisoras perdieran
su personalidad y se convirtieran en postes radiantes repetidores de los
programas centralistas que hacen los Herrera, Expósito, Colmenarejo y demás
estrellas actuales del universo de las ondas.
Juan Ernesto trabó los mimbres comerciales y laborales de
aquella emisorita de universitarios estudiosos de la telegrafía sin hilos que
comandados en lo técnico por Estanislao Castelló, se instaló en el Círculo de
Los Luises en la calle Trajano y se denominó Radio Vida hasta que dejó de
dirigirla el recordado Padre Linares de la Compañía de Jesús.
Se licenció en Derecho y abrió en Madrid un bufete de
abogados especializado en Derecho de la Información
Se casó con Pipa Samper, otra histórica de la
radiodifusión y tuvieron cuatro hijos varones.
Seguro que si pronuncias su nombre en la Facultad de
Ciencias de la Comunicación saben quién es.
(Perdona, hermanito. Es broma. Desde arriba sabrás
disculparme. Tu padre era alemán, pero tu madre sevillana y hermana del
Calvario. Como tú. Un abrazo. Pide por mí)
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