Era un histórico de la televisión, Periodista
audiovisual, abogado y actor de doblaje, nos dejó hace dos días tras haber
luchado durante tres años con el cáncer que se lo ha llevado a la tumba.
Se ha ponderado en las apresuradas notas necrológicas que
he leído sus muchos valores entre los que destacaba el espíritu de superación y
la constancia. Atesoraba otros más. Nacido en Marchena y perteneciente a una
familia agrícola, dio comienzo a su formación cuando ya había cumplido diez
años, pero no la abandonó nunca, llegando a la Universidad Hispalense donde
culminó la Carrera de Derecho que empezó a ejercer como pasante en el despacho
de abogados de Celestino Fernández Ortiz. De él, columnista de prensa y
director largo tiempo de Radio Nacional de España en Sevilla, pudo contagiarse
del venenillo de atender las dos profesiones, el periodismo y la abogacía.
Celestino era muy amigo de Paco Narbona. Cuando el Centro
Territorial de Televisión en Andalucía, que éste dirigía, necesitó ampliar la plantilla de su
personal administrativo, Manolo empezó a trabajar en sus instalaciones de la
Palmera. Pero poco tiempo estuvo en las
oficinas. Su rostro empezó a asomarse a los televisores tímidamente junto a los
de Begoña Achabal, María José Mañes y José Domingo Romero y cuando otro Paco,
Francisco Millán, pasó fugazmente como director por los estudios de la
televisión territorial, una de las pocas decisiones que tomó fue ponerle al
frente de un programa deportivo.
Manolo tiró de su hermano Tomás, regidor y ayudante de
realización hasta pasar a realizador. Luego de su padre que ocupó plaza de
ordenanza.
Se prejubiló y se fue a vivir a Valencina.
Nunca le vi enfadado. Jamás perdió los papeles. Y tenía
una memoria prodigiosa. Cuando aún no había llegado ese artilugio llamado
autocue, al que otros conocen como teleprompter que proyecta los textos de las
locuciones en una pantalla al lado del objetivo de la cámara, memorizaba los
escritos en pocos segundos.
Un ejemplo digno de premio.
No se lo dieron como merecía. Los jurados encargarlos de
concederlos siempre se los otorgan a los de fuera.
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