Llegaron hasta la puerta de mi casa… dilapidaron mi
dinero… colmaron mis oídos de palabras hermosas… pintaron mi horizonte con
sueños e ilusiones…
Parole… parole… parole… ¿Se acuerdan de la antigua
canción?... La interpretaba Mina discutiendo en italiano con Alberto Lupo. Palabras…
palabras… palabras…
¿Y ahora qué?... Pasó el imprevisible domingo de las
segundas votaciones y se callaron las
promesas. Los nuevos actores siguen en escena pero da la impresión de que
han dado la espalda al público.
Los políticos cabeceras de cartel se miran a ellos
mismos. Diseñan estrategias y establecen planes para no perder el puesto y
proteger su futuro. A los españolitos que les votaron que les vayan dando.
¿Y estos eran los que aparecían con un aire nuevo?
Las encuestas que les precedieron no acertaron, entre
otras muchas cosas, a medir su escasa altura de valores humanos y su menguada
talla democrática, cuando no la dureza de ese mármol cemento con el que parece
tallado el rostro de uno que yo se me.
Es aleccionadora la panorámica postelectoral. Errejón
critica a Iglesias… los fundadores de Ciudadanos se insubordinan contra Albert
y rechazan su oposición a negociar con Rajoy… Cataluña mira con miedo de
película de Hitchcok lo que empieza a suceder en Inglaterra…
La fiesta absurda nos ha costado un egg… ¿Y todo para
qué?
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