Era difícil trabajar así. La gente
se detenía extasiada ante las pantallas encendidas desde tempranas horas y
olvidaba la urgencia de sus propios quehaceres.
En enero de 1987 había regresado a
TVE Jesús Hermida para realizar “Por la mañana”, magazine que permaneció hasta
mayo de 1989 y los que también hacíamos televisión caíamos prendidos por su
embrujo.
Los receptores se repartían por las
estancias de aquel chalet al que despectivamente algunos llamaban chiringuito
que se alzaba en la Palmera a unos metros de la iglesia del Corpus y había sido
adaptado a estudios del Centro Territorial de Televisión en Andalucía.
Ante ellos suponía un esfuerzo
considerable resistir la tentación de hacer un alto en el camino para volver a
la simple condición de telespectador. Hay torero de toreros y presentador de
presentadores. Jesús lo era. El concepto se desprendía de las palabras de una aturdida y llorosa Nieves Herrero, integrante del equipo femenino de aquel programa,
al ser entrevistada pocas horas después del fallecimiento del histórico
periodista.
Hermida trabajaba en “La Actualidad
Española” cuando uno de los fotógrafos de la revista quiso tomar desde el aire
la caravana de la Operación Clavel y capotó
la avioneta sobre el público que se apiñaba para contemplarla
ocasionando la tragedia espeluznante que llenó de sangre y horror la prensa de
aquellos días.
A él le encargaron que cubriera el
suceso y tomó estrecho contacto con los locutores de Radio Nacional que, desde
Sevilla, habíamos colaborado con Boby Deglané en la puesta en antena de la
emisión benéfica. Desde entonces le conocía.
Andaluz de Huelva. De Ayamonte. De
haber nacido seis siglos antes se habría embarcado con los marineros de Palos
en las Naos del Descubrimiento. Se fue a América y narró con su estilo personalísimo
la llegada del hombre a la luna. Si le dejan habría volado con él. Capaz
era.
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