No salgo de una sorpresa cuando entro en otra.
Sorprendente fue para mí el itinerario cofrade de la Hermandad del Rocío de la
Macarena, a la que hace años admiré en la Raya Real por su número de
tradicionales carretas tiradas por bueyes, yendo a despedirse del Señor del
Gran Poder con una solitaria carreta de acompañamiento que, además, llegó tarde
y tuvo que alcanzar al Simpecado cuando éste se hallaba ya en la calle Torneo
cortando por Teodosio…
Sorprendente fue encontrar al electricista autónomo que
me arregla las averías como experimentado tamborilero igualándose en su
interpretación de las sevillanas del Olé nada menos que con Félix de
Villamanrique…
Sorprendente la magnífica descripción que hizo la
televisión del Correo de la Carreta Simpecado de Salteras, la Hermandad que se
estrena este año como número 116 de las filiales de la Matriz, obra del insigne
escultor Francisco Reyes Villadiego…
Y sorprendente, por último, la expresión “pórtico de la
Gloria” que reiteradamente he oído en boca de mis jóvenes compañeros de la
descripción televisiva denominando así la puerta de la manriqueña Iglesia
parroquial de Santa María Magdalena a la que se asoma recibiendo a las
hermandades el Simpecado de la Primera y más antigua hermandad rociera.
(Supongo que los gallegos que llaman así a la decoración
pétrea de la entrada de la Catedral de Santiago de Compostela, obra cumbre del
arte románico, donde termina la peregrinación jacobea, se sentirán muy
orgullosos. A no ser que pidan copy right).
Todo esto, sin embargo, no puede ni arañar ni anular la
emoción de los que están y de los que acuden a contemplar ese espectáculo de
genuino andalucismo en el que todos los boyeros y los carreteros rivalizan para
demostrar su pericia conduciendo las yuntas de bueyes o los tiros de mulas
hasta hacerles subir los siete escalones que llevan al porche eclesial para situar cada Simpecado en
la frontal cercanía de la antigua Insignia peregrina de la histórica Murex.
Más que alarde, es un derroche
de andalucismo arraigado.
La carreta Simpecado
tras los bueyes,sube al porche.
Y, a la escena,pone broche
la emoción y el
vocerío
cuando coréa el gentío
esos ¡vivas! que recita
voz de plata, una mocita
a la Virgen del Rocío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario