viernes, 20 de julio de 2018

CARMINA EN EL RECUERDO. SALMORAL EN EL OLVIDO



Con la endeble justificación de que el próximo lunes se cumplen catorce años del fallecimiento de Carmina Ordoñez, la Uno de TVE dedicó el prime time del pasado jueves a evocar la vida y la muerte de quien fue llamada “la divina” y se alzó sin duda como una de las mujeres más bellas de España en los últimos tiempos.

Estuvo, pues, la primera esposa de Paquirri en el recuerdo de todos y su imagen y los hitos más importantes de su trayectoria vital fueron recordados por periodistas, amigos y tertulianos televisivos de esos que discuten por un quítame allá esas pajas y parece que llevan en la cabeza una enciclopedia de sabelotodo puesta al día.

Me enganchó el programa y lo seguí hasta el final. Personalmente recordé a un olvidado en la producción fílmica, Antonio Salmoral, que era el corresponsal del Centro Regional de TV en Andalucía y grabó las imágenes espeluznantes del herido Paquirri cuando acababan de tenderle en la mesa de operaciones de la enfermería de la plaza de toros de Pozoblanco y con una frialdad que impresiona, hija de su acendrado valor, describía al cirujano las trayectorias y la importancia de la cornada.

Salmoral recogió las imágenes y la voz del torero con una cámara de su propiedad que acababa de comprar y con la que estaba filmando la corrida para su archivo personal ya que El Centro Territorial de TV consideró que el festejo carecía de importancia y desestimó su ofrecimiento.

Luego resultó que esa combinación de toros y toreros no pudo darse más. Dos espadas fueron muertos por asta de toro, uno de los ganaderos falleció en accidente también y el Soro quedó inválido y hasta mucho más tarde no volvió a la profesión. Aquel cartel  del miércoles 26 de septiembre de 1984 tenía mal fario.  Anunciaba una corrida en la que se lidiarían reses de Sayalero y Bandrés por Francisco Rivera Paquirri, al que mató Avispado esa tarde, José Cubero Yiyo, con cuya vida acabaría otro toro poco tiempo después, y Vicente Ruiz El Soro.

Antonio Salmoral demostró una vez más su categoría profesional que ya le había servido para obtener el Premio Nacional de Periodismo y pudo hacerse multimillonario porque las cadenas de televisión más importantes del mundo compitieron para hacerle la mejor oferta por la cesión en exclusiva de esa filmación  pero él tuvo el cuajo de hacer oídos sordos y brindárselas a la Televisión en la que colaboraba como reportero gráfico autónomo simplemente a cambio de su empleo como trabajador fijo en la plantilla de la empresa.

En el 2002, a los 18 años de la muerte del torero, sus hijos publicaban una carta en el Diario de Sevilla doliéndose de que la promesa no se le había cumplido nunca.

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