Me parece saludable
que entren los nuevos. El aire fresco limpia los pulmones. La renovación puede
aportar ideas inéditas y vigor de estreno. Pero cuidado. Cuidado con lo que se
hace y con lo que se dice. Con las cosas de comer no se juega.
A alguno de los nuevos inquilinos de los ayuntamientos he oído en la tele y
me he quedado estupefacto. Me han borrado de un plumazo la grata imagen que me
causaban una Manuela Carmena, alcaldesa madrileña, tomando el Metro para ir a
su despacho o a un Juan Ignacio Zoido, entregando entre educadas sonrisas, la
vara de mando a su sucesor.
Por encima de triquiñuelas políticas ciegamente imprevistas por los que
estaban, es alentador comprobar el clima equilibrado de las alternancias y preocupante
el revanchismo de quienes acceden al poder en una galerna de abordaje.
A la postre, es el
pueblo sabio, vox populi, vox Dei, el que impone su dictado. ¿Llegó alguien a
pensar alguna vez que esas lacerantes imágenes televisivas de los guardias
sacando de sus casas a sus moradores por haber sido desahuciados por los bancos
no iban a pasar factura?...
El terremoto del 24M se
ha llevado por delante a varios históricos e ilustres loros viejos. La pena es
que ha arrastrado también a mi antiguo
compañero en Huelva del Centro Regional de Televisión Perico Rodry.
Sin duda ninguna, como
pontificara Churchill, la democracia es el peor sistema de gobierno… con
excepción de todos los demás.
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