Así que me llamó mi
hija por el móvil y me dijo lo del pregonero. Rápidamente me fui al almanaque y
confirmé para mi tranquilidad que no padecía alzhéimer y que mi estado mental
era correcto.
¿El pregonero ya?...
Mi hija me resumió determinados razonamientos que no entendí y me dio el
nombre. Me pareció muy bien. Aplaudo los nombramientos de todos los que asumen
el sevillano honor de cantar su Semana Santa y, desde ya mismito, felicito al
designado al que creo que no tengo el gusto de conocer.
Pero dicho esto, me
quedo con el tiempo, las formas y el atropello del protocolo. Y por eso me he
acordado de ese clérigo, revestido siempre de sotana y manteo, culto,
cultísimo, amante de la sabiduría de la ciudad y cuidadoso del respeto de sus
formas que fue don José Sebastián y Bandarán. Como escribiera Julio Domínguez
Arjona, todo un personaje de nuestro mundo cofradiero. Fue sacerdote , canónigo, capellán real, ,
capellán de la Familia Real Española, Director de la Real Academia Sevillana de
Buenas Letras y muy vinculado al mundo
de las cofradías sevillanas de las que
fue director espiritual de varias de ellas.
A él se debe la creación
del palquillo (conocido popularmente
como "El Patíbulo") a la entrada de la Carrera Oficial en la
Campana., donde todos los Diputados de Cruz, piden la venía…
… y a él se debe
también la magistral distinción que hacía entre lo sevillano y lo hispalense.
La designación de
pregonero ha correspondido siempre a un protocolo no escrito, como generalmente
han sido las normas consuetudinarias de la ciudad, del que yo nunca participé,
pero supe de boca de sus protagonistas, que comprendía una convocatoria de los
electores del Consejo de Cofradías, en una fecha tradicional, una misa, un
cambio de impresiones al borde de una comida de mediodía tras la celebración eucarística
y una reunión “extra omnes” con votaciones sucesivas al estilo de los
ejercitados en los Premios Goncourts. ¿Era así,
o no, Manolo Toro?
Bueno, pues esto que respetaría
delicadamente don José Sebastián y Bandarán porque ya es una sucesión cuasi
ceremonial que sirve como pauta o modelo canónico en otras capitales y pueblos
de Andalucía, este año se ha tirado olímpicamente por la borda por el Consejo
que preside mi hermano cofrade Bourrelier.
¿Le falta o no le
falta a Bourrelier una mijita de Bandarán?
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