Decía un amigo ya
fallecido que, con los cambios que la Iglesia introdujo en el santoral, hay
algunos santos cesados y otros trasladados de destino. La leyenda de san Jorge
y el dragón no es base suficiente para mantener en los altares a este ciudadano
de la vieja Roma con el que hoy se distingue entre los catalanes no al dragón
sino al ladrón y Rafael, el santo al que me refiero aquí, fue uno de los
trasladados. Pasó del 24 de octubre al 29 de septiembre agrupado con los otros
del mismo uniforme, San Miguel y San Gabriel.
Pero San Rafael
resulta igualmente un santo familiar y es bastante complicado eso de mudar las
devociones por disposición administrativa. Como mi madre se llamaba Rafaela, mi
hermano Rafael y uno de mis sobrinos y otro de mis nietos se llaman así también
yo sigo celebrando su onomástica en este día.
Rafael me dijeron que
significa medicina de Dios y, posiblemente, por eso se le invoca con oraciones
que contienen su nombre seguido de su cometido terráqueo que consiste en ser el
Arcángel de la Divina cura.
Sabido es que Córdoba
lo tiene como custodio y protector y que su historia figura en la Biblia, en la
iglesia copta y en el Islam que lo venera como el ángel responsable de anunciar
la fecha del Juicio Final.
Es, por tanto, un
espíritu puro con muchos entorchados y, lo que es más importante, con destacada
cercanía a los hombres.
Muy distinto al Jorge
legendario que fue un soldado romano de Capadocia, en la actual Turquía, que
sirvió al emperador Diocleciano y liberó a una antigua ciudad libia de las
fauces de un terrible y pestilente dragón.
La verdad con refrendo
familiar frente a la leyenda promocionada por el marketing y la manipulación.
De eso sabe mucho el señor Mas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario