Habrá que repetirlo una y mil veces: Ni Santa Claus, ni
Papa Noel inventaron las Navidades. El origen
fue un hecho histórico que cambió la trayectoria del mundo: el nacimiento de
ese ser irrepetible y único que se llamó Jesús de Nazaret.
A mí, como hombre de radio, a la que consagré mi vida antes
de pasarme a televisión, esta certeza me ofrece además la singularidad de que
las primeras palabras que cruzaron el éter, es decir la inauguración de las
ondas hertzianas para que la comunicación verbal cabalgase sobre ellas, fueron las del texto evangélico escrito por el apóstol Lucas que
narra el nacimiento del Redentor en la Cueva de Belén.
Un siglo después todo ha cambiado tanto que casi lo único que
perdura es ese incontenible deseo de querer para los demás lo que de verás
ambicionamos para nosotros mismos, la felicidad.
Desde este modesto blog lo hago con esta décima:
Corchos,
harina, serrín…
con un montón de ilusiones.
Tiestos que olvidan balcones
y hasta un letrero en latín.
Luce el portal su postín
porque
repite el momento
que,
de Jesús, fue sustento
y, con la Virgen María,
la
noche que se hizo día
revive
en el Nacimiento.
¡MUCHAS FELICIDADES!
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