Cada vez, más. Cada vez, peor. No salgo de un estado de
perplejidad cuando entro en otro. El habitual repaso a los periódicos del día
con el que suelo poner punto final a una jornada y, tras el sueño, comenzar la
siguiente, se me está convirtiendo en un prolongado estado de decepción,
incomprensión y cabreo que amenaza con sumirme en una actitud potencialmente
agresiva.
Elias Bendodo, portavoz del Gobierno andaluz, descubre
que la Fundación para el emprendimiento se gasta casi todo su presupuesto no en
ayudar a los emprendedores sino en ayudarse a sí misma y, de su presupuesto de
cuarenta millones de euros, solo gasta el cero uno por ciento en el fin para la
que fue creada....
La alcaldesa de Huevar comprueba que en la caja fuerte
del municipio cuyo bastón de mando acaba de obtener no hay fondos y tiene que
sacar dinero de su cuenta personal para hacer frente a los primeros gastos...
El presidente del Consejo de Administración de Canal Sur
no puede tomar posesión de su cargo porque se olvidan de proponer su
nombramiento en el pleno del Parlamento como es preceptivo...
Aquella mañana calurosa del principio del verano, cuando
yo describía para televisión la constitución del primer parlamento de mi tierra,
estaba muy lejos de imaginar este cúmulo de situaciones esperpénticas.
La administración paralela de la Junta ha venido siendo
hasta ahora un recurso para colocar a simpatizantes y amigos. Y esto, que se
suponía ya, se ha confirmado con sus peores tintas cuando se ha penetrado en el
decorado que ocultaba la realidad.
Me pregunto qué hacían estos funcionarios sin función
durante su jornada laboral. Y cual era ésta. Y como se estructuraban y con qué
jerarquías.
Son muchos años de molicie y ahora se paga la factura. Pero
tengo la impresión de que los que están no se lo van a poner fácil a los que
llegan. Y encuentro un posible ejemplo que me lo confirma.
Nadie advirtió a los actuales parlamentarios que no solo había que elegir en el pleno al
director general de Canal Sur sino que también había que hacerlo con el
presidente de su consejo de administración. No se ha hecho así y ahora, tras
haber reparado en el inexplicable olvido, hay que corregir de prisa y corriendo
el grave error de forma que se ha producido.
A los andaluces que saludamos con ilusión y esperanza
este nuevo parlamento que nos representa a todos no nos gustaría suponer que
alguien desde dentro le esté poniendo zancadillas.
Y, aunque no creo que al ánimo esforzado de su presidenta
afecte lo más mínimo esta cuestión, desde aquí le mando mi modesto apoyo.
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