Sabido es que la idea se le ocurrió a un poeta. Que ese
vate se llamaba José María Izquierdo, pero firmaba con el seudónimo de Jacinto
Ilusión. Que era ateneísta. Que estaba enamorado de la ciudad donde había
nacido por la que gustaba pasear y a la que había dedicado un libro titulado “Divagando
por la ciudad de la gracia”. Y que una noche del cinco de enero un chiquillo,
tiritando de frío porque se cubría escasamente con harapos, le pidió limosna.
Esto lo contaron sus amigos, añadiendo
que el encuentro se produjo en una calle estrecha del barrio de Santa Cruz.
Corría 1917. Aquella noche, escribió Luis Ortiz Muñoz, José María Izquierdo debió
parecer al mendigo un verdadero Rey Mago. Porque en su hogar hubo pan y, como
la ocasión pedía, golosinas y juguetes.
Pero las cosas de los poetas. Una mente
fecunda, una imaginación fértil no podía contentarse con la obra caritativa y
esporádica... José María, con toda seguridad vio en sueños venir de Oriente un
luminoso cortejo con los mismos Reyes que adoraron al Niño Jesús cargados de
tesoros fabulosos para que ya nunca más los niños pobres de Sevilla mendigaran
y pasaran frío. Llevó su sueño a sus compañeros del Ateneo, los entusiasmó y al
año siguiente nacía la primera Cabalgata.
Desde entonces no ha faltado a su cita en ninguna
ocasión. Ni en 1937, cuando la Guerra Civil. Ni en los sesenta cuando las
arriadas. Ni en 1966 cuando no se veía a consecuencia de la densísima niebla
que cayó sobre la ciudad esa noche.
Blanco y Negro publicó el primer testimonio gráfico del
primitivo cortejo durante su segunda
salida en 1919. Los reyes iban montados en camellos. Los juguetes los portaba
una ristra de borriquillos en sus angarillas, decoradas para la ocasión.
Yo salí en 1962 como jefe de la guardia del Rey Gaspar
que encarnaba mi director entonces de Radio Nacional Manuel Delgado Aranda.
Vestí un ropaje bastante original y auténtico que me había mandado desde Tierra
Santa Fray Rafael Dorado, franciscano custodio de los Santos Lugares y hermano
de mi desaparecido compañero Roberto Dorado, uno de los primeros reporteros con
cámaras de filmación en cine del Centro Territorial de Televisión en Andalucía.
Iba a caballo y las pasé canutas cada vez que el animal pisaba
los raíles del tranvía y se resbalaba.
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