La cosa se está poniendo con unas hechuras que habrá que
tener precaución hasta en las letras de las sevillanas, sobre todo en las del
estribillo popular del tirititrán no sea que el nuevo inquilino de la Casa
Blanca se entere, se crea que va por él
y se cabree.
Una amiga mía a la que le da por eso de los Horóscopos ha
descubierto que el nuevo mandamás todopoderoso nació a mediados de junio, signo
zodiacal de Géminis, gemelos, o sea que los americanos se han encontrado con
dos presidentes por el precio de uno y asegura que no se sabe qué es peor, si
suponer que puede repetir con facilidad lo del poli bueno y el poli malo o sonreír
con una cara y enfurecerse con la otra que al final viene a ser lo mismo.
Entre nosotros estos papeles están diáfanamente
repartidos. Rajoy sonríe y Aznar no sabe sonreír. Lo suyo es meter la pata. El
otro día se publicó una foto de él iniciando una carcajada. Eso decía el pie,
pero más parecía que le habían pisado un callo. Y a su lado se van alineando
todos los tristes que estaban en el PP. Dan la impresión de que han salido así
del mismo molde: serios, molestos, enfadados: Mayor Oreja... María San Gil...
Epígonos del expresidente para anunciar catástrofes y situaciones apocalípticas
sin aportar soluciones.
A primera impresión dan la imagen o al menos, a mi
parecer, pretenden darla, de unos salvadores de la sociedad en la que viven a
la que advierten de los peligros que sobre ella se ciernen. Como si el conjunto
social estuviese compuesto por una amalgama de iletrados e irresponsables
cegatos.
Puedo estar equivocado, pero creo que no es así. Que
somos mayorcitos y no precisamos a nadie que nos abra los ojos que ya tenemos
abiertos. Los obstáculos que se salen de la lupa de estos analistas a lo mejor
son más inocuos de lo que ellos perciben.
Y, por supuesto, son libres de manifestar su opinión.
Faltaría más. Pero yo no se la he pedido.
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