martes, 26 de julio de 2022

 

 

DE LOS ABANICOS DE CASA RUBIO A LOS DE OLIVIER BERNOUX

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No está ya Casa Rubio en la calle Sierpes. Cerró hace unos años. Como han cerrado muchos otros establecimientos de la ciudad tradicional. Ahora que Sevilla vuelve a estar de moda los turistas que vienen a vernos, felices y singulares, no nos van a encontrar.

Ya no podemos contemplar en el escaparate los abanicos que vendía obsequioso don José Rubio, ni nos atiende don Antonio Montesinos que era  el encargado del establecimiento, y lo suplía cuando él no estaba, ni  su hija Anita que era la que más sabía de las ilustraciones del barrio de Santa Cruz o de los toros en la Maestranza pintadas a mano que nos  ofrecía cada abanico cuando se abría.

A cambio Olivier Bernoux puede brindarnos su colección de  estos antiquísimos ventiladores manuales desde la tienda exposición que ha montado en un singular enclave que antes ocupara “Búcaro”, la tienda de flores en el palacio de los condes de Casa Galindo desde cuyo balcón neoclásico cantaba sus saetas al Cristo del Museo o a la Virgen de las Aguas Pepe Perejil.

Así es la vida

En Casa Rubio comprábamos los abanicos  para el calor y los paraguas para la lluvia. Esos que anunciaba la voz de Rafael Santisteban, el locutor de Radio Sevilla de la Cadena Ser,  y, en la acera de enfrente, Casal el de los Bolsos redactaba sus columnas publicitarias para el ABC.

Los abanicos los muestra al mundo ahora este sonriente ciudadano, creo que francés, bilingüe, que presume de algún antepasado andaluz.

Dice que va a convertir Sevilla en la capital mundial del abanico. Para empezar ya le ha vendido a Dior que los mostró en manos de sus modelos en la exhibición que celebró en la Plaza de España.

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