martes, 5 de diciembre de 2017

EL ROCIO SIN LA INMACULADA


Existiría, pero no sería el mismo. La Romería del Rocío le debe mucho a la Inmaculada Concepción de la Virgen María que Sevilla celebra cada año de manera singular. Los simpecados que ocupan el centro de las carretas templete que hacen el camino tuvieron su origen en las procesiones que, a modo de manifestaciones, cruzaron las calles de  la ciudad en aquellos años de los comienzos del siglo diecisiete, pidiendo al Papa que proclamase el Dogma.

Cuando en 1613 se produce un escándalo en el convento de Regina Angelorum que era de los dominicos porque un predicador de la Orden, fray Diego de Molina, había desarrollado en un sermón argumentos opuestos a la Concepción Inmaculada de la Virgen, en las calles el pueblo que se consideraba agredido por las palabras del clérigo al divergir éstas de su creencia secular en torno a  la Madre del Redentor, se manifiesta públicamente en contra.

Desde ese momento se sucede un cúmulo de revueltas populares de tono menor rápidamente sofocadas por los miembros de mantenimiento del orden público hasta que, dos años más tarde, el 23 de enero de 1615, se organiza una manifestación gigante desde el convento franciscano de San Diego ratificando la protesta.

A ella sigue otra el 29 de junio promovida por el Arzobispado. Y, en ésta, la Hermandad del Sagrario es la primera en exhibir una tela sobre la que se ha escrito un slogan en defensa de la Virgen Inmaculada.  A la tela, que se muestra alzada sobre las cabezas de los que procesionan suspendida de un travesaño horizontal, la  llama Simpecado tomando las palabras iniciales que más resaltan de la leyenda, “Sin pecado concebida”.

Un año después se inician las copias. El 19 de junio de 1616 en una solemne procesión concepcionista organizada por la Hermandad de Sacerdotes de San Pedro Advíncula, a la que asiste la del Silencio, ésta estrena un excelente guión con un rótulo similar.

Fueron los comienzos. Los benditos simpecados que cada año cruzan  caminos y veredas acompañados por las hermandades rocieras multiplican hoy los gritos de aquellos sevillanos que pedían a voces la ratificación del Pontifice de Roma de lo que ellos habían creído siempre, que Maria había sido concebida sin pecado original.

Da gusto presumir de sevillano
los días que Sevilla es más Sevilla
Allí cuando, en lo místico y profano,
cordial y generosa, intensa brilla.
El pecho lo sacamos muy ufano
lo mismo cuando deja la capilla
la virgen sobre paso soberano
que cuando se pasea una chiquilla
vestida por la feria de gitana.
Mas cuando la ciudad está enjoyada
y luce su belleza mariana
es cuando con celeste se engalana
el día de María Inmaculada

y uno es de Sevilla y de Triana.

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