sábado, 30 de junio de 2018

RTVE:NUEVO DIRECTOR, VIEJO LIO



Apenas ha corrido el nombre de quien empuñará la batuta en el Ente Público se han desatado las protestas. Los políticos de turno que se cansaron de pedir una televisión y radio nacionales, pero despolitizadas cambian rápidamente de chip y se pasan al otro lado haciendo suyos los argumentos que antes combatieron.

La indignación ha subido de tono en los sindicatos de RTVE donde claman que se vuelve a lo mismo y han hecho público un comunicado en el que señalan que este hecho “torna a poner de relieve los grandes problemas de base que están asfixiando el futuro de RTVE”. Confiesan que no tienen nada que objetar a la carrera del profesional que se va a proponer en el ámbito de la información escrita, pero coinciden con la plataforma de los trabajadores en recalcar que se vuelve a buscar profesionales en un medio privado y externo a RTVE con un marcado posicionamiento político.

En mi larga trayectoria en Radio Nacional y luego en TVE he oído esto mismo muchas veces en  ocasiones anteriores.

Lo correcto consistiría  en buscar al director de la casa entre los profesionales que trabajan en ella donde los hay muy buenos y no les deben nada a ningún partido político, pero esto parece imposible.

Y hay más, lo ideal sería despolitizar en absoluto y de raíz el Ente Público separándolo del ámbito político y poniéndolo a disposición de la sociedad civil.

Una asamblea de representantes cualificados  de la cultura, las bellas artes, la historia, la religión y la tecnología seleccionados democráticamente elegirían al consejo y este al director que estaría dotado de amplio margen de confianza para formar su equipo. Algo así funciona en Alemania. Nada hay nuevo bajo el sol.

Escrito queda. Pero es un sueño, una quimera.  Y antes, al contrario, el que pongan, por alejado que haya estado hasta ahora del entramado radiofónico y televisivo, aterrizará con el soterrado convencimiento de que ni la radio ni la televisión se han terminado de inventar todavía y ahí llega él dispuesto a  completar lo que falta.

“Se van a enterar estos de lo que es dirigir la radiotelevisión”, dirá partiendo la batuta a fuerza de golpearla sobre el atril.

Si mira al suelo verá que está lleno de batutas rotas.

sábado, 23 de junio de 2018

CATALANES, ENTRE LA GALLARDÍA Y LA OFENSA



Aquel niño amaba tanto la escritura que habría de consagrarse a ella andando el tiempo. No lo sabía entonces pero había tomado la costumbre de anotar lo que le iba sucediendo cada día garrapateando las páginas de un cuaderno escolar en cuya primera hoja había condensado su propósito con dos palabras: “Mi diario”.

Hoy, ordenando el contenido de unos antiguos cajones, ha caído en sus manos y no ha podido evitar la curiosidad de aparcar la nostalgia para leer sus líneas. Están escritas un día de los primeros de cierto mes de febrero lluvioso y frío en el que el chiquillo, entre otras cosas, redacta:

“He conocido al señor Pahisa, viajante de la editorial Dalmau Carlés Pla cuyos intereses vendedores representa mi padre que es agente comercial. Es costumbre que estos mediadores viajeros de la actividad mercantil secunden y apoyen la de los agentes locales aportando proyectos y nuevos productos cuyas muestras pasean por los establecimientos detallistas portando abultadas maletas.

Pahisa se aloja en el Hotel Términus que se halla en la estrecha callecita que comunica la plaza de la Gavidia con la calle Jesús del Gran Poder. Entre las nuevas ediciones trae una que ha llamado poderosamente mi atención y me viene al pelo para preparar unos trabajos que nos ha pedido don Heliodoro el director del Colegio Alfonso Décimo el Sabio que nos da Historia de España.

El libro se llama Enciclopedia Autodidáctica y está firmado por los profesores Joaquín Pla Cargol y José María Pla Dalmau, e impreso en Gerona. Contiene una detallada descripción del comportamiento heroico de los catalanes defendiendo la unidad de España ante el ejército francés invasor en la guerra de la Independencia con la participación del Somaten del Bruch y los Migueletes de Gerona que plasmó  en un  cuadro al óleo titulado “El gran día de Gerona” el pintor Álvarez Dumont.”

Luego sigue la escritura con precisiones sobre cómo se ha hecho del libro y de qué manera proyecta incluir estas lecciones impresas de los profesores gerundenses en su trabajo escolar.

El niño, que en la actualidad peina canas, ha situado sin querer el viejo y empolvado cuaderno al lado de la portada del ABC de hoy y, comparando aquellos hechos gallardos con la deleznable y ofensiva actitud de Quin Torra el presidente catalán contra el Rey y la tibia respuesta del presidente del Ejecutivo español, ha recordado una frase del imaginero de Carmona Francisco Buiza:  “la ignorancia es mu atrevía”.

jueves, 14 de junio de 2018

EL PAPA ROCIERO


No llegó en carreta, sino en helicóptero. No se movió en un charré, sino en automóvil. No coronó con su silueta la vaticana Columnata de Bernini, sino que se asomó al balcón que le había diseñado Luis Becerra y construido el almonteño Matías Aceitón. Momentos antes se había arrodillado en el interior del Santuario a los pies de la Blanca Paloma flanqueado por el obispo de la diócesis onubense Rafael González Moralejo y su auxiliar, que luego sería su sucesor, Ignacio Noguer Carmona.
Desde atrás, también con las dos rodillas en tierra, tenía el privilegio de contemplarle de cerca el presidente entonces de la Hermandad Matriz, Ángel Díaz de la Serna.

Era mediados de Junio. Y hacía mucho calor. Pero el gentío que se fue congregando desde el mediodía en la explanada que se extiende ante la puerta del Santuario por la que sale la Virgen cada Lunes de Pentecostés parecía no reparar en ello. También era lunes. Desde los cuatro puntos cardinales de España habían llegado rocieros para vivir el momento histórico: la primera vez que el Vicario de Cristo visitaba el Rocío.

Impaciente espera porque el Pontífice había de trasladarse antes a los lugares colombinos. La previsión protocolaria fijaba su llegada al helipuerto ocasional de la aldea almonteña, instalado en el campo de futbol, a las seis y veinte de la tarde, pero el helicóptero papal y los otros cinco que ocupaban las personalidades de su séquito no aterrizaron hasta las siete menos diez.

La muchedumbre, en ese momento, a solicitud del canónigo de la Catedral de Huelva, Antonio Bueno, saludó la aparición agitando banderas y pronto se fundieron con el repique del santuario los de todos los campaniles de las capillas de las hermandades filiales y los gritos de ¡viva el Papa rociero!.

Fijaba igualmente el protocolo que la estancia durase hora y media y que Juan Pablo segundo la diese por concluida a las ocho menos veinte trasladándose entonces de vuelta al helipuerto. No sucedió así. El Papa se marchó pasadas las ocho. Y se le notaba que no le apetecía irse.

Era su primera visita al Rocío. Desde el interior de la unidad móvil, donde tenía mi puesto de comentarista, contemplé cómo, en medio de la inevitable nube de polvo, se alejaban los automóviles que devolvían al Vicario de Cristo al espacio deportivo de la aldea donde le esperaba el helicóptero que le llevaría de regreso a Sevilla: Un Superpuma, con cuatro sitios en la cabina delantera y ocho detrás.

En Sevilla, en Huelva, en los lugares colombinos y en la aldea que preside la Blanca Paloma lo había llenado todo. Incluso hoy, un cuarto de siglo después, colma la sucesión de escenas que evoco y todas desfilan por mi memoria como desvaídas al lado de una imagen deslumbrante: El Papa, entre dos obispos, orando, arrodillado, ante la Virgen del Rocío.

Algo le diría la Señora cuando, al incorporarse, pronunció esa frase que ha permanecido como conclusión después de la visita: “Que todo el mundo sea rociero”








miércoles, 13 de junio de 2018

ANIVERSARIO DEL PAPA EN EL ROCIO



Fue el catorce de Junio de 1993.  Una fecha histórica para toda la cristiandad, pero, de manera especial, para los rocieros. Su Santidad el Papa, Juan Pablo segundo, en el curso del último acto de las tres intensas jornadas que dedicó a Andalucía en su cuarto viaje a España, llegó hasta las plantas de la Blanca Paloma y se postró ante Ella para rezarle.

Era la segunda vez que venía a Sevilla y lo hacía, en  esta ocasión, a fin de clausurar el cuadragésimo quinto Congreso Eucarístico Internacional, pero también era la primera que se llegaba en visita pastoral por Huelva a la que proclamó Cuna del Descubrimiento y núcleo de devoción mariana universal destacado por su amor a la Virgen.

La capital onubense, Moguer, Palos de la Frontera, la Rábida y el Rocío vibraron con la presencia del Pontífice que convirtió a la provincia en centro espiritual del mundo cristiano.
El Papa había llegado a Sevilla el sábado anterior, once años después de haberla visitado por primera vez en 1982 para la beatificación de Sor Ángela de la Cruz.  Ahora, la finalidad primaria de su presencia consistía, como digo más arriba, en presidir la clausura del congreso en la llamada Statio Orbis, situada también, lo mismo que en la ocasión precedente, en el recinto de Los Remedios, donde, disfrutando o padeciendo, según  se mire, una jornada de calurosa primavera, se volvió a congregar una multitud incalculable de fieles en un acto que contó con la asistencia de la Familia Real.

Luego Su Santidad viajó en helicóptero a los Lugares Colombinos para conmemorar el Quinto Centenario de la Evangelización de América… Ofició la Misa al aire libre en Huelva, ante más de cincuenta mil personas en la Avenida de Andalucía, concelebrada con cinco cardenales, veinticuatro obispos y casi doscientos sacerdotes… coronó a la Virgen de los Milagros en el Monasterio de la Rábida… estuvo en la Iglesia de Santa María de la Granada en Moguer… oró ante el Santísimo Cristo de la Sangre en Palos de la Frontera… y terminó en el Rocío.

Fue el último acto de su visita al feraz rincón de la marinera y descubridora Onuba, y se recordará por esta singularidad inédita: por primera vez en la historia, un Papa pisaba las arenas del Rocío.

Yo estuve allí y lo comenté para el mundo entero ante las cámaras de la Televisión Nacional. Hace veinticinco años. Cómo pasa el tiempo.

domingo, 10 de junio de 2018

EL ERROR DE IVAN



Pues no. No seré yo ninguno de los que se han dejado encantar por el perfume del nuevo gobierno, Y además creo que Iván se ha equivocado al final con el nombramiento de un periodista como ministro de cultura, Habrase visto. ¡Un periodista! Y por si fuera poco tertuliano. Y de la Cinco. Del grupo de Ana Rosa.

Un error tras otro. No me explico cómo se ha conseguido esto sin resistencia... como no han ardido las redes... como se han quedado silenciosas las cacerolas y en sus casas los amigos de los scraches... ni como  permanece callada Celia Villalobos.

Iván es Iván Redondo, ese muchacho madurito con la frente despejada tirando a calvicie alopécica que se ha encaramado a la silla del oráculo asesor magno del poder.

Su error se llama Maxim Huerta a quien, en el bombo de la lotería de los millones del reparto de nuevos ministros, le ha tocado la bola de Cultura. Nada menos y con el añadido de Deportes, Y a Iván se le ha pasado por alto que al elegido no le gustan los estadios, ni las canchas, ni las pistas de tierra batida. (Supongo que tampoco el agua de las piscinas). Le gustan los libros, Y no contento con ello va el tío y los escribe. ¡Qué digo error... esto es un horror! ...

Este jovencito es muy raro. Me atrevo a decir que hasta peligroso. ¿De qué habla durante la semana?... Si se quitan las retransmisiones deportivas, los torneos de golf y los enfrentamientos en Roland Garrós... ¿qué ve en televisión?

Voy a felicitar a Maxim con motivo de su nombramiento, pero no por otra cosa que no sea la defensa corporativista de la profesión.

Y ya que me dispongo a tomar el recado de escribir, que no el móvil, para hacerlo por twitter , no me olvidaré de mandar unas letras a la nueva ministra de Economía, cuyo padre, José María Calviño, fue mi jefe cuando el presupuesto de televisión lo nutríamos con los ingresos que obteníamos de la venta de publicidad y, cómo no, a mi dilecta Cristina Narbona, hija del mejor director que tuve cuando yo practicaba la profesión como redactor jefe en el Centro Territorial de TV, pareja de Borrell al que igualmente deseo la mejor fortuna.

A nadie pienso pedir nada. Por eso soy libre de hacerlo y de publicarlo. No soy como aquel monaguillo que quería ascender a sacristán y pillaron riendo cuando murió el Papa.

.-- El escalafón es el escalafón – cuentan que dijo el chiquillo. Angelito.

sábado, 2 de junio de 2018

CAYETANO REY DE LA ESCENA



Tratare de describir el hecho para que se entienda por aquellos que no lo vieron. Ayer toreaba Cayetano en la plaza de las Ventas de Madrid. Estuvo muy bien y consiguió una oreja a la muerte de su primer toro. Y cuando el alguacilillo se la iba a entregar se levantó en la plaza un descortés griterío ocasionado  por los descontentos con la concesión.
Ya se sabe que los gritos y denuestos de la que dicen que es la primera plaza del mundo están compuestos por intransigencia, ignorancia y mala educación pero perturban los aplausos del resto de los espectadores.

Cayetano anduvo por el tercio hasta el portador del trofeo, se detuvo ante él y no lo recogió hasta que las muestras de desagrado fueron sofocadas por la ovación del resto de los espectadores.

El hijo del recordado Paquirri y de la bellísima Carmina Ordoñez, que suma también en sus venas la sangre de los Dominguín, se convirtió así en una figura indiscutible de la escena protagonizando un hecho insólito.

Era de ver la cara de estupefacción y sorpresa del alguacilillo que no sabía cómo iba a terminar aquello. ¿Recogería el torero la oreja?... ¿Se la tenía que volver a llevar?... ¿Y a quien se la entregaría devuelta?... ¿Al presidente con cara de pocos amigos como son los presidentes del coso venteño?...¿Al mozo de espadas del matador?... ¿Al aficionado con gafas de sol y sombrero panameño que acude de válvula todos los días al burladero de callejón de la Comunidad autónoma de Madrid?... Un lío,

Cayetano, dueño y señor del proscenio escénico, puso fin al epílogo, recogiendo el apéndice bovino y fundiéndose con el enlutado agente de la autoridad en un abrazo como es preceptivo.

Un gesto. Una anécdota. Una genialidad.

Hoy estoy escribiendo de esto y de ello se estará hablando en corrillos  y tertulias de aficionados. Él toreo necesita estas páginas. Lo triste es que los dotados con la inspiración suficiente para escribirlas no suelen menudear. No todo el mundo se llama Cayetano ni es heredero de tres castas taurinas de la mejor ley.