domingo, 27 de febrero de 2011

Lo que hemos cambiado.

Los testimonios gráficos suelen resentirse con el paso del tiempo. El aniversario del 23 F ha empujado a muchos a revolver archivos de películas de cine y televisión y a limpiar de polvo los gastados álbumes de fotos y nos han devuelto unas imágenes de nosotros mismos que, en no pocos aspectos, cuesta trabajo reconocer.

Somos otros. Hemos cambiado mucho. Y estas alteraciones se agigantan al recoger los objetivos otras manifestaciones que, cuando llegan a repetirse ahora, lo hacen profundamente distintas.

El espacio de Tejero y sus guardias asaltando el Congreso en los periódicos y las televisiones se ha venido ocupando después por las instantáneas fotográficas y los videos de dos celebraciones importantes para los sevillanos:
El Día de Andalucía y la ordenación episcopal del obispo auxiliar de la Archidiócesis hispalense.

Los primeros recuerdos gráficos, los de la petición popular de régimen político propio, pueden endurecernos el rostro y llenarnos los ojos de lágrimas. ¿A dónde fue aquella Ilusión colectiva? ¿Qué se ha hecho de esa Autonomía por cuya concesión clamaba el pueblo manifestándose civilizadamente por las calles?

Los discursos vacíos concebidos con palabras huecas escritas con frases de diseño por los asesores de imagen de los oradores suenan a insulto y, a veces, hasta a provocación.

La realidad de la injusticia y el paro se proyecta en la pantalla paralela que refleja la desvergüenza de los que utilizan la política territorial para llenarse los bolsillos.

Hemos cambiado. A muchos se les van cayendo de los ojos las gafas de sol sin que,al parecer lo adviertan los llamados a sustituir los cristales ahumados por aquellos de los comienzos que devolvían una imagen limpia y esperanzada.

Y si esto es en lo humano, en lo divino la imagen tampoco concuerda con lo que sería deseable.
Un clérigo de brillante ejecutoria ha sido elevado a la dignidad episcopal en la Catedral sevillana después de más de cuarenta años desde que se celebró una ceremonia igual. Supongo que, en aquella ocasión, los bancos previstos para los fieles estarían llenos. En esta, como indeseado contraste, se hallaban casi vacíos.

Eso sí: Había una gran afluencia de obispos que volvían a contribuir con el exotismo de sus vestidos y ornamentos a la suntuosidad que amparan estas ceremonias. O sea mucho peso episcopal con unas formas que al común de los creyentes no interesan como antes.

Y, por si fuera poco, a los representantes de las cofradías se les relega a una ubicación muy trasera que motiva sus quejas ante la organización dependiente del arzobispado. ¡Anda que tienen una vista!...

viernes, 25 de febrero de 2011

Ganas de cofradías.


En los días pasados he asistido a dos actos cofrades de notable relevancia. El Proemio cofradiero que organiza la Hermandad del Museo y la Asociación Vecinal Museo Entorno y la entrega del Llamador que concede Canal Sur Radio anualmente distinguiendo con él los merecimientos de un cofrade que en esta ocasión ha sido el hermano mayor del Gran Poder, Enrique Esquivias.

El antiguo Teatro Álvarez Quintero, en la actualidad dedicado a eventos culturales por CajaSol y el Teatro Municipal Lope de Vega han sido sedes de estos acontecimientos en los que se ha dado ilusionada cita el mundo cofrade sevillano.

Esto me ha servido para comprobar un hecho indubitable: que hay ganas de cofradías… que como este año es preciso tener que esperar más para que llegue el Domingo de Ramos, crecen los deseos y se anticipan las decisiones de acudir en masa a estas convocatorias que cada vez disfrutan de mayor aceptación.

Tanto el ceremonial del Proemio en la Sala Cajasol como el vigésimo segundo programa de entrega del Llamador en el Lope de Vega han ofrecido algunas gratas coincidencias como la actuación en ambos de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla dirigida por Francisco Javier Gutiérrez Juan y lamentablemente ciertas deficiencias ingratas que pueden tener solución en el futuro.

Intervino en la representación de la Hermandad del Museo con el encargo de llevar a cabo este prólogo de la Semana Santa sevillana, antecedente del Pregón, Mari Carmen de las Casas, la voz inolvidable de Radio Popular, desde los comienzos de la emisora con el indicativo de Radio Vida, hoy dedicada al doblaje de documentales y productos televisivos, que estuvo sencillamente soberbia encaramándose sin proponérselo al podium sobre el que esperan las oradoras hispalenses que pueden ser pregoneras el día de mañana.

Y estuvo la palabra representada en el acto de Canal Sur, por Antonio Garrido que llevó a cabo el elogio de la Semana Santa en la Radio, con gracejo, sinceridad y acierto, en conexión televisiva desde un anexo del plató donde rueda en Cartagena a las órdenes de Alex de la Iglesia.

Con él, Antonio Cortés que cantó dos impresionantes saetas y el equipo al completo del programa, Charo Padilla, Antonio Cattoni, José Manuel de la Linde, Araceli Limón, Luis Baras y Charo Jiménez, todos bajo la sabia batuta de Fran López de Paz.

Hasta aquí, todo bien. Correctísimas las ambientaciones y las puestas en escena… pero, ¡ay!, un abismo entre la perfecta instalación microfónica de Canal Sur Radio y la lamentable de Caja Sol que obligaba a Mari Carmen a forzar la voz cuando intervenía con la Banda, a pesar de los esfuerzos que hacía ésta para no taparla.

La toma de sonido es una especialidad cada vez más necesaria. No puede dejarse en manos de aficionados. Y, por eso mismo, puede tener fácil solución en el futuro.

Me cuesta escribirlo, pero me arriesgo en defensa de mis compañeros, los profesionales de la voz que, fuera de aquí, simplemente se niegan a actuar si los micrófonos no funcionan. O, por lo menos, no funcionan como deben de funcionar.

martes, 22 de febrero de 2011

Sevilla sin Diego Lencina

Se le murió a su familia… se le murió a sus amigos… se le murió a Sevilla.
Diego Lencina era un sevillano de barrio, urbanita de San Lorenzo, amante de su ciudad y conocido por todos… posiblemente menos por los ignorantes que llegan de fuera y se apoderan de las riendas de esta, antaño riente, urbe cuyas largas sombras actuales tanto entristecían su ánimo.

Se murió, según informan las notas necrológicas, porque le falló el corazón. No podía ser de otra manera. El lo había puesto antes al servicio de sus cofradías, sobre todo de la Soledad, al cuidado de la ciudad que lo vio nacer, y al desvelo prolongado de la ilusión infantil responsabilizándose durante muchos años de la organización de la Cabalgata de Reyes Magos del Ateneo.

Ahora recuerdo como nunca la ternura que me producía cruzarme con él por una plaza de la Gavidia, tórrida bajo el sol de julio, y confesarme que había quedado citado con unos carpinteros que le iban a ofrecer un presupuesto para una carroza nueva… o simplemente a ordenar papeles porque en la hora de la siesta veraniega podría trabajar con mayor sosiego.

En otras ocasiones el encuentro se prolongaba porque estaba obsesionado por tal o cual deterioro urbano que ya había denunciado a la prensa… o por la pérdida de alguna que otra tradición de fiestas religiosas o profanas sepultadas por la arena volátil de los tiempos nuevos.

Cuando las instituciones ciudadanas o de la Comunidad andaluza reparten sus premios anuales y, en ocasiones, uno tiene que detenerse en los apuntes biográficos de los distinguidos para saber quienes son, yo buscaba siempre el nombre de Diego, como el de otros muchos sevillanos honrados que adoran a su ciudad y trabajan por ella sin pedir nada a cambio. Lógicamente no lo encontré nunca.

Ya no hay tiempo para corregir este olvido. Diego Lencina, el celador de cruz de la Soledad de San Lorenzo, el antiguo miembro del Consejo General de Cofradías, el tesorero del Ateneo durante muchos años, el coordinador de la Cabalgata de Reyes hasta el 2001 y el Rey Gaspar de 1997, va subiendo ahora al Cielo pisando unos escalones de espuma de algodón que sujetan un coro de chiquillos sonrientes que le piden caramelos.

Para su mujer, sus cuatro hijas y su yerno Fran López de Paz vayan mis palabras de pésame y mi recuerdo emocionado.

lunes, 21 de febrero de 2011

Comida de hermandad.

No hay cultos anuales ni función principal de instituto que no disponga del colofón laico de una comida fraterna.

Y la verdad es que se desgranan muchos recuerdos en estas reuniones celebradas generalmente en algún restaurante próximo al templo donde radique la cofradía.

Siempre suelen ser gratas, Asiste quien quiere y es una lástima que brillen por su ausencia los impedidos, los ausentes y, titubeo al escribirlo, los disidentes.

Si una hermandad es hermandad ha de cuidar mostrarse unida. Y para ello debe proponerse como objetivo fundamental de sus responsables, limar asperezas y conseguir armonía.

Todo esto es así. Pero yo quiero huir en estas líneas de cualquier cargamento de moralina. Cada comida para mí es un desfile de vivencias que empiezan cuando en las cartas impresas se indicaba como servicio final: Café, copa y puro.

Hoy solo queda el café. Se han esfumado los humos - como es su obligada aceptación verbal - y el alcohol de alta graduación por mor de los civiles y el temeroso globito, lo cual modestamente me parece muy bien.

Pero ya no llega nunca el cantaor de saetas que solía aparecer porque pasaba por allí que era cuando casualmente se había alcanzado la hora de los postres. Y esto lo siento de veras.

Entorno los ojos y escucho al Niño Salas, apoyándose en la mesa de la presidencia que era donde, al término del acto, recibiría con toda discreción el agradecimiento monetario del hermano mayor.

Todos los hermanos antiguos coincidimos. Cambian los tiempos y cada vez cuesta más sofocar la nostalgia.

Me atrevo a sugerir que las hermandades aprovechen las nuevas tecnologías para registrar en DVD estos recuerdos. Fáciles de encontrar en ellas sin necesidad de organizar ningún ágape de restaurante.

Se podría conseguir un magnífico archivo. ¿A que sí?

viernes, 18 de febrero de 2011

Vísperas de estreno

Ando en estos días un tanto preocupado. Para decirlo al celtibérico modo, tengo más miedo que siete viejas. Que siete viejas miedosas porque la televisión nos sirvió días atrás unas secuencias que demostraban cómo una anciana desbarataba un intento de robo con violencia en un comercio valiéndose simplemente de su bolso.

A bolsazo limpio redujo la arrojada viejecita a los atracadores a los que obligó a poner pies en polvorosa antes de caer en manos de la policía.

Pienso en los nervios de aquellos autores teatrales de pasadas centurias cuando a falta de cine o televisión la única cuna de los sueños y las fabulaciones estaba en los escenarios y ellos, nerviosos, se asomaban por un agujero del telón de boca a mirar los rostros de los que iban ocupando las butacas.

En estos días aparece en las librerías mi primera novela. Después de una veintena de libros de historias, anécdotas, ensayos y reportajes, además de dos modestos poemarios, me he atrevido a llevar al papel el fruto de mis imaginaciones y ocurrencias.

Como la publicidad es necesaria en ocasiones como ésta y los libros cuestan mucho y dejan poco, supongo que habré de requerir las colaboraciones generosas y comprensivas de mis amigos y compañeros de la prensa, la radio y la televisión.

A ellos añado los especialistas de este medio reciente y valioso que es Internet y sería inadecuado darles la lata sin habérmela dado yo mismo con anterioridad.

Aquí va, pues, la noticia. Y la confidencia de mis dudas y temores.

Hoy la veré por vez primera cuando me la muestre el editor como me enseñaba la matrona a mis hijos recién nacidos en la puerta del paritorio. Salvando las distancias, por supuesto.

Se titula “Un viejo puñal cofrade”. Si la encuentran en los escaparates sepan que es la primogénita de una posible saga que se acaba de estrenar.

martes, 15 de febrero de 2011

Controvertidos premios Goya.

Como siempre. No recuerdo una edición, de las veinticinco que van ya, que el certamen no se haya contaminado con las posturas y expresiones de los que, antes que al cine, conceden importancia a la expresión airada de reivindicaciones políticas.

En esta ocasión, además, he descubierto la clave de que el programa que se da por la Uno de Televisión, presuntamente sin publicidad, pero patrocinado por un anunciante que se supone habrá de pasar por caja, atrae al género femenino no por el estado que el arte de los Lumiere ofrece en España, sino por los vestidos de las féminas que lo cultivan.

Y,para no ser menos, y habiéndome dedicado a mirar con lupa los atuendos de los varones, he llegado a algún que otro descubrimiento. Por ejemplo: el tamaño de los pies del multipremiado Javier Barden. ¡Qué pedazos de “jabas”, madre mía!

Dada la sumisión de la municipalidad sevillana reinante a la familia del muchachito, a éste no hay que ponerle una calle, hay que encaramarlo a la estatua de la Gavidia. De aquí en adelante no hay que decir eso de “tiene más pie que Daoiz”, sino “tiene más pie que Barden”.

Esta vez la transmisión en directo ha perdido 300.000 televidentes frente al pasado año. Esto se ha minusvalorado por algunos, pero resalta una tendencia inquietante: la huida progresiva de los espectadores. ¿Disgustados porque Barden llevase unos zapatos arrugados en vez de ir de estreno?. No lo creo. La cosa es mucho más seria.

Dicen que el cine gana más en subvenciones a las películas que en dinero recaudado por éstas cuando se proyectan en las salas comerciales.

Ahora bien, la paupérrima recaudación del año pasado, un 34% por debajo de la del anterior y claramente inferior a los dineros que regala el Gobierno siempre a los mismos privilegiados, constatan la nula conexión del producto nacional con la audiencia.

Nos gusta el cine. Los que no nos gustan son los que en estos tiempos lo manejan sectariamente.

En esta ocasión, las consignas no se han escuchado desde el escenario sino en la calle. "No es cultura vuestra basura". Se ha gritado.

Quizá por eso el marido de P calzaba zapatos arrugados que, además, pedían a voces el arte de un limpiabotas.

domingo, 13 de febrero de 2011

Lucy, mi bisabuela.

Tenía un apellido que rianse ustedes de los vascos: Australopitecus. Y caminaba erguida y bamboleante como una modelo de alta costura.

Eso no se sabía. Se sospechaba. Pero acaban de confirmarlo los que andan enredando entre los objetos personales de esta viejecita olvidados en el desván. Tan personal es ese objeto hallado ahora que se trata de un hueso de uno de sus pies que vaya usted a saber si se cortó distraída cuando se limaba las uñas.

Doña Lucy Australopitecus falleció hace algún tiempo. Creo que tres millones y medio de primaveras, con lo que ya es imposible celebrarle la misa de cabo de año y, por lo visto, debía tener un pie tan sexi que ha fascinado a los que han hallado el codiciado recuerdo óseo.

La señora Lucy, resultó además tan precursora de las canciones de los Beattles que a fuerza de tararear esa de "Lucy in the sky with diamonds" se le quedó el nombre de pila de esta muchachita inglesa que, para estar en el cielo con diamantes, debió quedarse embobada mirando el techo de una joyería . Y siempre me ha caído muy bien – mi bisabuela, no la Lucy de John Lenon - porque desde lejos me ratifica el convencimiento que continuamente he tenido de la procedencia del hombre.

Desde Darwin para acá, del mono. Desde Garrido, o sea yo, en adelante, de otro ser que, a la vez, era hombre y mono. (El Genesis afirma que Dios hizo al hombre del polvo, pero pudo ser del polvo modificado previamente). Unos cuantos privilegiados de este complejo individuo recibieron el soplo divino, se enderezaron y se hicieron Adan y Eva. En grupo, muchos Adanes y muchas más Evas,o sea la Humanidad, para decirlo con la traducción del lenguaje metafórico que el libro sagrado emplea. Los otros siguieron a cuatro patas y se encaramaron a los árboles a comer plátanos y avellanas.

La Biblia tenía razón. En algún rincón de mi desordenada biblioteca debe estar un librote titulado así que a lo mejor ponía esto mismo. Tanto mejor. Si sus páginas están de acuerdo conmigo me demostraran que otros antes que yo llegaron a idéntica conclusión.

Y, tratándose de Lucy, esta vez, aunque sienta haber llegado tarde, no me sentiré decepcionado.

viernes, 11 de febrero de 2011

Falta de clase

Hoy me toca criticar. No he jugado la papeleta o el número de ningún sorteo, pero digo yo que me toca porque el conocimiento de tres actitudes sociales y la reacción que ambas me han ocasionado, me llevan a no poder dejar de manifestar mi opinión.

No es que, a estas alturas de mi vida y de mi indeclinable pasión por las noticias, me haya acercado a ese mundo de la aireación de los trapos sucios que osadamente llaman periodismo los chismosos bien pagados que sustentan los programas del corazón de las diferentes televisiones. Ni muchísimo menos. Sino que las actitudes a que me refiero se han producido en el seno del mundo cofrade que me es tan querido.

El otro día, como un K-pirote cualquiera, no daba un paso en la calle sin que saliera a mi encuentro un cofrade haciéndome confidente de sus cuitas.
K-pirote probablemente saben quienes estas líneas leen es el seudónimo del reportero de ArteSacro, el famoso portal cofrade de Internet que se entera de todo lo que se cuece en las hermandades, sea bueno, malo o regular.

Lo que a mi me dijeron pasaba de regular y se precipitaba hacia abajo en caída libre. Uno me puso verde al arzobispo a quien censuraba no haber contestado los escritos que le había dirigido y culpaba de ello a Manuel Soria. Otro me mostró un impreso como esos de tipografía barata que utilizan como publicidad directa aquellos que no tienen dinero para pagar una campana en condiciones en el que, dentro de una orla mortuoria, se pedían oraciones por el alma de una determinada hermandad cuyo nombre se citaba, pero que no reproduzco por discreción, invitando a la asistencia de un problemático cabildo de nuevas reglas. Y un tercero se dolía de la actitud de un grupo de hermanos de una señera cofradía, perdedores en las últimas elecciones a Junta de Gobierno, reincidentes en hacer su vida aparte en clara y censurable oposición organizada a todos los proyectos de la Junta electa.

¿Y estos son cofrades? Me pregunté en las tres ocasiones. ¿Estos son los herederos de quienes nos legaron este tesoro de fe, de religiosidad, de arte y de cultura de nuestra Semana Santa?...

E inevitablemente reflexioné sobre las formas, eso que nuestra Duquesa, la de Alba, por supuesto, no puede ser otra, llama “la clase”.

Si se pierden las formas, si ante el volante nos saltamos las normas de tráfico y al anciano que camina delante de nosotros le damos un empujón para que no estorbe, en vez de cederle la acera… si agredimos a golpes al médico que nos atiende o al maestro que nos educa… ¿cómo vamos a pedir delicadeza y respeto en un mundo tan complicado y diversos como el de las cofradías?

Las actitudes reseñadas no son ni únicas, ni excepcionales… Significan simplemente una cosa: la duquesa lo diría con su voz personalísima: Falta de clase.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Un oído infalible.



Aunque uno viva la que se supone plácida existencia de los jubilados, a pesar de los sustos periódicos de la pérdida del valor adquisitivo de las pensiones y la subida de impuestos y de algunos productos básicos, y no mantenga con la profesión activa más que la parpadeante llamita de este Blog, todavía conserva en sitio reservado su indeclinable ego personal.

Ayer ha salido de su clausura cuando tomé un taxi y, apenas pronuncié las primeras frases, me sentí halagado con el saludo del taxista que me decía “le he conocido por la voz y la forma de hablar” y luego me preguntó a donde me llevaba.

“Aun me recuerdan”, me dije extremadamente complacido. “Aunque he abandonado los micrófonos y las cámaras salvo espaciadas ocasiones para intervenir en algún programa que otro de Giralda Televisión, mi público está ahí”.

Lamenté que mi hijo Antonio, que es el que hoy resulta asediado por las calles pidiéndole autógrafos, no fuera conmigo. “Quien tuvo, retuvo”, pensaba haberle dicho con ese tono de reina madre que adoptan las bellas cuando reciben piropos en su madurez.

Me prometí narrarle el suceso - acontecimiento para mí, como puede suponerse – en la primera ocasión que tuviera y me consagré a la atención al taxista de tan aguzado oído que por las trazas, resultaba un entusiasta de la agricultura y la jardinería.

Yo, que vivo en uno de estos acogedores pueblos de la provincia, he llegado, y no sin esfuerzo, a diferenciar un clavel de una rosa y una poda de un abonado, pero que no me saquen de ahí. Sin embargo mi admirador disponía de profundos conocimientos en torno a las plantas que, según parecía, deseaba incrementar con mi experiencia. Fui contestando sus preguntas con vaguedades que lo mismo podían interpretarse de una forma que de otra y así, cuidándome mucho de revelar mi ignorancia, resistí el interrogatorio como pude.

Cuando llegamos al punto de destino, me ofrecí al amable conductor para todo cuanto pudiera necesitar de mí en el futuro, aboné el servicio y le extendí la mano para estrechar la suya como despedida.

El apretó fuertemente la mía, sin abandonar su sitio ante el volante y me dijo con palabras que rezumaban la más intensa admiración:

-- Me he alegrado mucho de reconocerle, Padre Mundina.

lunes, 7 de febrero de 2011

Cincuenta años de la Virgen del Rocío bajo palio

Yo dije en mil novecientos noventa y siete , en un momento de mi Exaltación al setenta y cinco aniversario de la creación del Lunes Santo que me habían pedido las hermandades de este día, un verso que he recordado ahora:

Todo el barrio es como un ruedo,
rebordeado de sol.
Balcón en palacios viejos
y un elevado reloj.
No terminó la mañana
y ya la puerta se abrió
y, sobre piedras antiguas,
va caminando un color:
Verde será con la Virgen;
morado con el Señor,
que, con morado se pena,
y se suplica perdón.
Y Cristo viene besado
por el supremo traidor.
Todo el barrio es como un ruedo
rebordeado de sol
que, en las potencias divinas,
hilos de oro enredó.
Besos de Judas que, artero,
en la mejilla posó.
Judas será, desde entonces,
como el estigma peor,
como adjetivo maldito,
como perenne baldón.
Pero el trabajo de Cristo
fue desde aquí redentor.
¿Sabe este barrio de siglos
que esto es así?... Sí, señor.
Todo el barrio es como un ruedo
rebordeado de sol
que está esperando que luzcan
caireles de relumbrón.
Que está aguardando que salga,
toda hecha luz y esplendor,
esa Virgen del Rocío,
sin el andar ni el tambor,
sin el tapiz almonteño,
sin el cohete y la flor
y sin repiques de plata
ni cantarina oración.
Pero con clase y con garbo
Porque es la Madre de Dios,
porque es divina hermosura
en penitente rincón.
Todo el barrio se hizo un ruedo
rebordeado de sol
cuando la luz de los Cielos
de Santiago salió.

Cincuenta años ya de esta primera salida procesional bajo palio de Maria Santísima del Rocio en Estación de Penitencia. (¡Cómo pasa el tiempo!)

Para conmemorar tan feliz acontecimiento, la Junta de Gobierno de la Hermandad ha programado una serie de actos que empiezan hoy lunes 7 de febrero, a las nueve de la noche, en la iglesia de Santiago con “La construcción de un sueño: un palio para María Santísima del Rocío”, mesa redonda a cargo de hermanos que formaron parte de esa primera salida del año 1961: Alfonso Jaramillo González, Fernando Baquero Santor y Manuel Yruela Rojas.

Que sea enhorabuena

viernes, 4 de febrero de 2011

Carmelo Franco

Yo dije en mi Pregón de Semana Santa del año noventa ( ay, Dios mío… veintiuna madrugadas han pasado ya con mi Calvario en la calle ) en una de las estrofas de un verso dedicado a capataces y costaleros:

¡Qué bien se llevan los pasos
andando sobre los pies!.
Y habiendo igualao los cuerpos
al modo de Rafael,
aquel Rafael Fatiga,
que capataz supo ser
sin alterar nunca un gesto
y con firmeza a la vez,
maestro de los martillos
y de las voces de miel …

Uno de estos últimos capataces, Carmelo Franco del Valle, coetáneo nuestro, acaba de abandonarnos para subir allí donde Jesús Resucitado aguarda a esos incomparables catedráticos del llamador, de voces sabias y órdenes precisas, para pasearse en un paso de gloria.

“Has hecho bien en decir Rafael Fatiga en vez de Rafael Franco Rojas porque así has recordado a toda esa dinastía de capataces magníficos”, me dijo a la salida del Lope de Vega el recordado Javier Fal que fue uno de sus más aventajados discípulos.

Carmelo escribió en l986, “Martillo y Trabajadera” un trabajo esplendido y concienzudo de investigación que el Consejo General de Hermandades y Cofradías premió con un accesit en el concurso de Monografías que había convocado, patrocinando al año siguiente su primera edición.

Nadie podía haber escrito con mayor conocimiento, más experiencia y mejor propósito esa historia de cien años de capataces y costaleros que él inició profundizando hasta las primeras cuadrillas y los capataces más celebrados de entonces como aquel mítico Tarila que mandaba el paso de la O arrodillado en medio de la calle hasta llegar a los hermanos costaleros de nuestra época.

Carmelo Franco del Valle, hijo de Rafael Franco Rojas y nieto de Rafael Franco Luque que, al contraer matrimonio con una hija de la esposa de Juanillo Fatiga, heredó este apodo, estuvo diecisiete años al frente de los pasos de muchas hermandades sevillanas, el Cachorro, San Roque… y sobre todo Pasión en cuya cofradía salió diez jueves santos como capataz titular del paso del Señor.

A lo mejor, no obstante lo escrito, se lo encuentran ustedes por la calle: solemne, sencillo…vestido de oscuro, con los pulgares metidos en los bolsillos del chaleco… y no estarán viendo visiones. No será ni su padre ni él, sino su hermano Juan Antonio, mellizo o gemelo con Carmelo, al que yo mando desde aquí un abrazo entrañable.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La carta del arquitecto.-

No tiene desperdicio la carta abierta que ha dirigido el conocido arquitecto José Garcia Tapial y León al señor Espadas que es uno de los candidatos a ocupar próximamente la alcaldía de la ciudad.

El señor Espadas que trata por todos los medios de darse a conocer, lo que me parece muy bien, porque lo que se dice hasta ayer mismo muchos de los que pretende gobernar desde la alcaldía no teníamos ni pajolera idea de su existencia, no orilla tampoco el propósito de caer simpático y de meterse en el bolsillo las inclinaciones de los sevillanos.

Y con estas dos premisas sale el otro día y dice que si él llega a ocupar el sillón propondrá convertir el Convento de Santa Clara en el lugar de ensayo de las bandas de música procesionales y en taller de reparación de sus instrumentos.

El arquitecto confiesa en su escrito que, apenas leyó esto, sintió que le invadian la sorpresa y el estupor. No es para menos.

El infante don Fadrique, aquel que soñaba amores desde la torre de su nombre, se revolvería en su tumba desasosegado y temeroso. ¿Qué futuro de corcheas y semifusas esperaría al Palacio que él construyó sobre los restos del primitivo alcázar almohade que se erigía en el lugar? ¿Y qué a sus yeserías de ataurique… a las epigrafías góticas y a todas las muestras de arte y de cultura que fueron prendiendo de sus muros las sucesivas generaciones que dotaron al edificio del respeto y la consideración que merece?...

Afortunadamente la insólita propuesta del candidato se ha tropezado con el valladar científico de la carta del arquitecto. Una demostración más del papel que deben jugar en la defensa de los valores culturales, artísticos e históricos tanto la Universidad como los Colegios Profesionales.

El de Aparejadores, por ejemplo, patrocinó unas publicaciones sobre este monumento cuya lectura recomienda el señor Garcia Padial al candidato. Y , generosamente,se brinda a acompañarle para mostrárselo en directo.

Yo me atrevería a llegar más lejos. Invitaría también a sus asesores. A este grupo silencioso y presuntamente culto y capacitado que crece cuando el político logra sus objetivos y consigue esos honorarios escondidos pudorosamente.

Aunque, al que le ha recomendado su propuesta más vale que lo apunte al curso de Temas Sevillanos con la recomendación al bueno de Antonio Bustos de que no le permita faltar a clase.