miércoles, 30 de noviembre de 2016

SUS OJOS ERAN AZULES


No me meto en las connotaciones políticas e históricas de la serie de Tele Cinco “Lo que escondían sus ojos”, pero simplemente digo que no la veo. Que la sintonicé desde el primer capítulo y me pusieron el mando en la mano para que cambiase de canal. Y es lo que hice.

Ahora, y en el preámbulo de estas líneas, me apresuro a felicitar a mi compañera Nieves Herrero por haber escrito la novela. Y a Iñaki Mercero por haber realizado “El tiempo entre costuras” del que bebe la puesta en pantalla televisiva del nuevo producto  como  lo haría un beduino en un pozo perdido del desierto.

Y añado un ruego: que santa Lucía conserve la vista a los responsables del casting del reparto de actores: Ni Serrano Suñer tenía los ojos oscuros como los tiene el actor que lo interpreta, ni era tan alto, ni hablaba de manera tan incomprensible como él.

El exministro de Asuntos Exteriores del general Franco miraba con ojos poderosamente azules de cuyo color nadie sabía interpretar lo que escondían (de ahí el título de la novela) era más bajito y disponía de un rotundo acento castellano en su forma de hablar absolutamente comprensible por sus interlocutores.

Alfonso Arteseros, al que se debe una de las más valiosas aportaciones documentales de los complementos de la serie, bien que lo supo cuando lo entrevistó en su vejez. Los que han tenido en sus manos las decisiones de rodaje, se han tomado las verdades históricas a beneficio de inventario. ¿Qué importa el falseamiento de lo ocurrido? ¿No lo hacen ya algunos políticos?

Con todo, para mí lo peor es el olvido de los rótulos en sobreimpresión. Se los deben poner cada vez que aparece el cubano Rubén Cortada haciendo del cuñadísimo cuando habla para que los telespectadores sepamos qué está diciendo.


Ya me ocurrió cuando hacía de teniente de la Guardia en Civil en “Olmos y Robles”. Ahora, con esta superproducción. Pero dicen que está alcanzando cotas altísimas de audiencia. Probablemente es que me estoy quedando sordo. 

domingo, 27 de noviembre de 2016

MI VIRGEN DE BESAMANOS


Ya en su día me llegó la convocatoria de la Hermandad. Hoy me aparece repetidamente su foto en el móvil desde temprana hora. Con su estética de siempre. Con la tierna belleza que supo imprimir Astorga a sus facciones.

Todo el día recibiendo el homenaje de sus hijos. Con la mano tendida y el calor filial de los hermanos del Calvario esmerándose cada año en mejorar el resultado esplendoroso del anterior, con rigurosa sujeción al severo estilo que impregna las diversas manifestaciones de la Corporación.

El pasado 21 de este mes se cumplieron 52 años desde que Pablo sexto firmara en el Concilio Vaticano segundo la Constitución dogmática sobre la Iglesia en cuyas páginas finales, todo el capítulo octavo, figuran las reflexiones de los padres conciliares sobre la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios en el Misterio de Cristo.

Se lee en el apartado dedicado a su culto en la Iglesia que especialmente desde el Sínodo de Éfeso, éste creció por parte del Pueblo de Dios en la veneración y el amor, en la invocación e imitación según las palabras proféticas de ella misma que recoge el apóstol Lucas: “Me llamarán bienaventurada todas las generaciones”.

Así lo hemos seguido proclamando todos los sevillanos incansablemente un siglo tras otro y de manera ejemplar sus hermandades y cofradías desde aquel ya lejano 1615 cuando Sebastián de Alfaro gana el certamen poético con el verso que decía:
En tan soberano pecho, no pudo culpa caber,ni el pecado imponer techo,a la más noble mujer, que el poder de Dios ha hecho.


Sus nazarenos de la rigurosa cofradía de la Madrugada la llaman Presentación y la muestran como reina coronada en besamanos mañana y tarde en la Parroquia de Santa María Magdalena.

domingo, 20 de noviembre de 2016

UN ORGANO PARA SALTERAS


Me acuerdo de aquel que fue por vez primera a un concierto. Tomó asiento antes de que los músicos aparecieran y cuando asomaron en el escenario y los violinistas iniciaron los acordes previos con sus instrumentos no quitaba ojo del contrabajo. Hasta que llegó el encargado de obtener sus sonidos, lo apoyó en su hombro y se sumó al ensayo. Fue entonces cuando el hombre respiró aliviado mientras exclamaba:

-Así, sí.

Hay un instrumento aún mayor. Creo que el más grande de todos. El órgano.

El pueblo de Salteras disponía de uno en la iglesia. Lo había construido el organero antequerano Francisco Pérez de Valladolid y se instaló en 1764 en la parte central del coro alto sustituyendo a tres anteriores que habían sonado en el templo desde 1502.

Su mal estado justificó que desapareciera en la segunda mitad del pasado siglo en el curso de unas obras que se llevaron a cabo para consolidación y reforzamiento de la estructura eclesial, en la época de Florentino Pérez Embid como Director General de Bellas Artes.

Los saltereños quieren que el órgano vuelva a sonar en su Parroquia y a tal fin y por iniciativa de Jesús Ciero, el profesor del Conservatorio de esta difícil especialización y excelente concertista, se creó en septiembre del año pasado la Asociación Pro-órgano de Salteras, Apros, para gestionar el proyecto y su financiación.

Difícil intento. El presupuesto sube a los ciento ochenta mil euros más el IVA. Pero el entusiasmo de los que se agrupan en esta asociación no conoce límites.

El año pasado organizaron, entre otros muchos actos para darlo a conocer, un concierto literario musical en el que revivieron la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer “Maese Pérez el organista”. Fue durante las Navidades. En la Iglesia. Este año lo han repetido el pasado sábado en el mismo lugar con una evocadora ambientación de luces y sombras. A las once de la noche y se ocuparon todos los bancos.


Me pidieron que me encargase de la lectura del texto y disfruté lo mío poniendo voz a ese romántico de mi barrio sevillano de San Lorenzo que fue periodista antes que poeta y escritor y escuchando la belleza de las partituras elegidas por Jesús para ilustrar musicalmente el encuentro.

jueves, 17 de noviembre de 2016

CALLARSE A TIEMPO


Lo peor que pueden hacer los responsables de las televisiones es poner a unos cuantos tertulianos a comentar un acontecimiento tan importante como el acto de apertura de las nuevas Cortes.

Hoy me he acordado de don Juan Carlos y no porque el Rey emérito protagonizara con la misma categoría que hoy lo ha hecho su hijo momentos históricos similares, sino porque tuvo el cuajo y la oportunidad de interrumpir al lenguaraz Chaves, el de Venezuela, con aquel ¿por qué no te callas? que fue tan comentado en su tiempo.

Le hubiera pedido hoy esas mismas palabras para soltárselas a la cara a ellos y ellas, los usuarios de los micrófonos televisivos, y abrir una pausa en sus comentarios interminables. ¡Qué tortura!... Los realizadores de estas retransmisiones, que gozan del privilegio de poder dirigirse a los charlistas mediante comunicación interior, deberían ser inflexibles y gritar por el pinganillo la orden imperativa de silencio.

Cuando la imagen es expresiva… va acompañada de un sonido que la completa y conseguirían interpretar hasta los niños lactantes, el comentarista, cuyo cometido no es describir lo que se ve y se  oye, debería enmudecer de inmediato.

Me rebelan esas apostillas de los locutores taurinos, “se echa la muleta a la izquierda”… ¡ya lo estoy viendo!, les grito. O la visión aguda de los deportivos “recibe el balón…. Chuta a puerta”. Vuelvo a protestar inutilmente.


La hermosa página audiovisual de esta mañana ha sido maltratada por quienes estaban llamados a ponerse a la altura de las circunstancias. Claro que otros les han ganado llevando el esperpento al noble edificio de la madrileña Carrera de San Jerónimo. Pero aquí me hago caso a mí mismo y cierro la boca. Los mamarrachos que visten camisetas con letreros estúpidos y sus colegas de homologables conductas no tienen lugar en este espacio, pobre pero honrado.

domingo, 13 de noviembre de 2016

LA EDAD


Un día buscaba yo unos datos en la Hemeroteca y me tropecé con una noticia de sucesos que me llamó la atención. No recuerdo ahora si estaba publicada en La Unión o en El Liberal que eran dos rotativos de contrarias ideologías como puede colegirse y dejaron de publicarse antes de que aparecieran las ediciones periodísticas en Internet, tsunami de la información escrita que está haciendo temblar los cimientos en apariencia más fortalecidos de la prensa tradicional.

Decía que en la calle Torneo un automóvil Ford que circulaba a la alocada velocidad de sesenta kilómetros por hora había atropellado al anciano de cincuenta y cuatro años don Fulano de Tal y Cual que había tenido que ser atendido de magulladuras y erosiones varias.

La edad y la velocidad suscitan todo tipo de comentarios. “Cómo está el mundo, señor Macario” cantaban dos madrileños típicos en una zarzuela arrevistada ponderando que en el tiempo que invertía un Simón en llegar desde la Bombi a la Gran Vía volaba un avión desde Cibeles a Nueva York.

El nuevo presidente de los Estados Unidos tiene setenta años y una jovencita rubia a la que quiero mucho acaba de cumplir ochenta. Le dimos el otro día una comida sorpresa y se puso a bailar divertida cuando advirtió el número de comensales familiares que se habían congregado para felicitarla.

Le cantamos el Happy birthday to you, en español como es natural y nos dejamos invitar por ella a champán tras haber soplado la preceptiva tarta de las ochenta velas.

Corremos más pero, paradójicamente, permanecemos más tiempo en este mundo. Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad. Y que sigan por ahí. Los nietos se benefician de estos avances. Y los matrimonios jóvenes que utilizan a los abuelos como guarderías.


La jovencita rubia de las ochenta primaveras me envía mensajes por el WhatShap y se ha matriculado en una clase de inglés. Le deseo que cumpla ochenta más. Felicidades, hermana.

jueves, 10 de noviembre de 2016

ENTRE DOS ESQUELAS


Este texto nace adecuado a los días. Estamos en Noviembre. Entre hojas secas y marcha fúnebre de Chopin. Las dos esquelas son necrológicas. Y vienen en el periódico. Dice una que falleció Juan Bernabé Britto y la otra que se publica en memoria de Luis Martínez de Carvajal Rivero. Conocí y traté mucho al primero. Supe del segundo pero no llegué a relacionarme con él como hubiese querido.

Con la obra de Britto, una pintura personalísima de la plaza de San Francisco recreada por el artista como si la contemplara en el siglo dieciocho me tropiezo todos los días porque el cuadro está colgado en una pared de mi casa. La visión del pintor me traslada a aquella época y si me paro a rememorar las circunstancias que concurrían cuando  llegó a mi poder me parece recordar la voz de Juan que entonces firmaba Juan B de Britto y cuyos días han llegado a su fin en la que era su localidad de nacimiento, Las Cabezas de San Juan, pero no recientemente sino el 20 de julio del pasado verano.

Juan B. de Britto me regaló el cuadro en prueba de agradecimiento de una entrevista que yo le había hecho en televisión. A Luis Martínez de Carvajal no le pude entrevistar nunca como era mi propósito porque había inventado el Puntomatic y yo que entonces trabajaba en una agencia de publicidad había recibido el encargo de planificar una campaña para su promoción.

Detrás de cada esquela late la fidelidad de los seres queridos. En la de Britto sus hermanos y sobrinos.En la de Martínez de Carvajal su hija y familia.

Manuel Bellido que dirigía su agencia publicitaria en la calle General Polavieja, entraba todas las mañanas a afeitarse en la Peluquería de Berro, abría el ABC por las páginas de las mortuorias y siempre decía lo mismo:

-Voy a ver quién se ha quitado del tabaco

sábado, 5 de noviembre de 2016

LA SALIDA DEL GRAN PODER


Sí, fue como en la Semana Santa. Una madrugada intemporal con el Señor cruzando su plaza de San Lorenzo tibiamente acariciado por la luz del atardecer. Una madrugada distinta y si cabe, que no se cabía, mejor. Madrugada sin espectadores irrespetuosos, sin gritos ni estridencias, hijos de la mala educación. Madrugada vespertina con devotos orantes y silencio sin imposiciones.

Yo estuve allí. La Hermandad, siempre pródiga en delicadezas ocultas, nos invitó a los hermanos más antiguos a presenciar la salida desde el interior de la Basílica. A las siete en punto se descorrió el cerrojo con el sonido rotundo de su presencia y el seguimiento encadenado de esos goznes a los que el ausente aceite de lubricación no enmascara sus chirridos hirientes.

No entró entonces en el templo el murmullo de la multitud. Desde el interior parecía que todos habían huido, que se habían ausentado temblando de pavor ante la cercana aparición del Dios Todopoderoso. Pero como quien llegaba era su Hijo Jesucristo, paradigma del amor y de la entrega, se quedaron, mudos y absortos.

Y allí estaban. Inmóviles. Respetuosos. Apiñados en multitud. Ante ellos desfilaron los hermanos en esas largas filas inacabables de la Madrugada tradicional a cara descubierta, con los cirios suspendidos dos cuartas por debajo de la llama. Casi un millar precedía al paso portado por la experiencia de su cuadrilla veterana de costaleros hermanos y conducidos por  la voz sabia de Manolo Villanueva.


Se arriaron las andas ante nuestras sillas. Miramos arriba. Cruzamos con El una mirada inolvidable. Y en ella pusimos nuestra angustia y nuestra esperanza. Como tantos sevillanos. 

martes, 1 de noviembre de 2016

NOVIEMBRE DE TENORIO Y DOÑA INES



Así que noviembre se asomaba en el almanaque, los escenarios teatrales abrían los decorados del “Don Juan Tenorio” que era el drama tradicional que se representaba cada año por estas fechas. Muy distintas, dicho sea de paso, a las veraniegas que ocupó el autor de la obra, el inmortal Zorrilla, para escribirla en un figón de la calle Sierpes. Pero, a lo que iba, eso ya es historia. Ni el “Don Juan” sube a la escena hoy como no sea en teatros marginales en los que destacan algunos colegios, ni siquiera existen los coliseos consagrados al arte de Talía. 

Ahora nuestros niños y jóvenes se disfrazan de enterradores, trasgos y espíritus malignos, para darnos miedo que es exactamente lo contrario de lo que siempre hemos hecho los andaluces ante la visita inapelable de la Parca.

Emilio Segura, el radiofonista y actor cinematográfico y teatral, de imperecedero recuerdo, guardaba un anecdotario sabrosísimo crecido a la sombra de este producto escénico en el que, por vía y obra de la imaginación zorrillesca, el principal protagonista, burlador de Sevilla como anticipara  Tirso , debía ser un mocetón atractivo, musculado y ágil, capaz de enfrentarse a sus competidores en peleas a cuerpo limpio o ganar a su rival don Luis Mejías o al Capitán Centellas espada en mano.

El contraste lo ponía la dulce e inocente doña Inés, imaginada como frágil novicia de menguado peso. Y el problema se gestaba cuando las respuestas de la báscula eran contrarias, cosa que solía suceder si, al protagonista varonil lo interpretaba un actor delgadito y a la Doña Inés una rolliza moza.

Obviamente, el final de la escena del sofá cuando la monjita se desmaya en brazos de su seductor tenía que ser cambiado.

La vocalización del texto también solía dar problemas. En el San Fernando recitaba Juan Santacana, actor catalán coetáneo de Margarita Xirgú,  aquello de “Llame al Cielo y no me oyó y, pues sus puertas me cierra, de mis pasos en la tierra, responda el Cielo, no yó”.

Lo hacía con el acento que suele poner hoy en el Congreso el político catalanista Francesc Homs cuando habla para los suyos y, claro, no pudo evitar que, desde el gallinero, saliera una voz que le decía:


--Oírte sí te oyó, pero no se enteró de nada de lo que estabas diciendo.