jueves, 17 de noviembre de 2016

CALLARSE A TIEMPO


Lo peor que pueden hacer los responsables de las televisiones es poner a unos cuantos tertulianos a comentar un acontecimiento tan importante como el acto de apertura de las nuevas Cortes.

Hoy me he acordado de don Juan Carlos y no porque el Rey emérito protagonizara con la misma categoría que hoy lo ha hecho su hijo momentos históricos similares, sino porque tuvo el cuajo y la oportunidad de interrumpir al lenguaraz Chaves, el de Venezuela, con aquel ¿por qué no te callas? que fue tan comentado en su tiempo.

Le hubiera pedido hoy esas mismas palabras para soltárselas a la cara a ellos y ellas, los usuarios de los micrófonos televisivos, y abrir una pausa en sus comentarios interminables. ¡Qué tortura!... Los realizadores de estas retransmisiones, que gozan del privilegio de poder dirigirse a los charlistas mediante comunicación interior, deberían ser inflexibles y gritar por el pinganillo la orden imperativa de silencio.

Cuando la imagen es expresiva… va acompañada de un sonido que la completa y conseguirían interpretar hasta los niños lactantes, el comentarista, cuyo cometido no es describir lo que se ve y se  oye, debería enmudecer de inmediato.

Me rebelan esas apostillas de los locutores taurinos, “se echa la muleta a la izquierda”… ¡ya lo estoy viendo!, les grito. O la visión aguda de los deportivos “recibe el balón…. Chuta a puerta”. Vuelvo a protestar inutilmente.


La hermosa página audiovisual de esta mañana ha sido maltratada por quienes estaban llamados a ponerse a la altura de las circunstancias. Claro que otros les han ganado llevando el esperpento al noble edificio de la madrileña Carrera de San Jerónimo. Pero aquí me hago caso a mí mismo y cierro la boca. Los mamarrachos que visten camisetas con letreros estúpidos y sus colegas de homologables conductas no tienen lugar en este espacio, pobre pero honrado.

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