Yo me acordaba inevitablemente de la forma que usan los portugueses para designar a los miembros del servicio de incendios de la capital lisboeta: os bombeiros zapadoiros de Lisboa.
En aquellas tarjetas de petición de aguinaldo navideño los funcionarios municipales encargados de regar las calles se denominaban a sí mismos “bomberos regadores” y acudían para sus propósitos a los típicos versos y ripios con los que adornaban sus reiterados deseos de paz y prosperidad.
Los Bomberos regadores
le desean en Navidad
prosperidad… larga vida…
Y que gocen de salud
con su apreciable familia.
Respetuosos sí que eran estos breves mensajes petitorios.
A la mención de la “apreciable familia” podía seguir como ejemplo aquella que figuraba en las misivas de solicitud de aguinaldo de “Los repartidores de la vaquería Madre de Dios”: “Felicitan a los señores en las presentes Pascuas”. Se olvidaban de los chiquillos que chupaban el biberón, pero eso era lo de menos.
Otros incluso llegaban a hacer gala humilde de su condición social:
Muy alegre y placentero
con muchísima arrogancia
le saluda el fontanero
a pesar de su ignorancia.
Hoy también corre hacia vos
con igual velocidad
deseando que os de Dios
una feliz Navidad.
O sea que la ignorancia no era obstáculo para utilizar las educadas formas del saludo. Por eso lo hacía alegre y con arrogancia. Y recordaba las veces que había corrido velozmente a resolver la avería antes de que la tubería reventada o el grifo abierto inundasen la casa.
La propina navideña en casos como éste estaba más que justificada.
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