Con el tema anterior voy a encadenar el que ahora me dispongo a colgar en mi bitácora. El recuerdo de la biografía de Bobby Deglané me va a llevar a los principios de la radiodifusión en España y a la venida al mundo del Hijo de Dios que conmemoramos estos días.
Sabido es que Radio Barcelona de la SER alardea de ser la número uno de las radiodifusoras hispanas. Pero no es así. Radio Sevilla es más antigua y Radio España, también. La historia no miente. En los mismos periódicos donde se publica la noticia de la inauguración de la emisora catalana, “El Correo de Andalucía”, por ejemplo, que puede consultarse en la Hemeroteca hispalense, publica la programación diaria de la emisora que ya llenaba los aires sevillanos de música y palabras.
Dejo para otra ocasión la explicación de las causas, razones y manejos que sustentan esta anomalía. Me interesa resaltar en estas líneas que Bobby descubrió que, con Radio España sucedía algo parecido y reclamó su decanato. Sin éxito. Aunque, desde que rompió sus relaciones con la Cadena SER y “Cabalgata fin de semana”, el gran programa que él había creado, quedó en manos de José Luis Pecker, no cesó de batallar contra ellos, abriendo una competencia suicida de David contra Goliat. Por eso montó una “Cabalgata” diaria en la Red de Emisoras del Movimiento, la conocida como REM, que no tuvo éxito y pronto abandonó esta empresa que alentaba la Falange para irse a Radio España.
En ella esparcía cada jornada el fruto maduro de su experiencia y profesionalidad en las ondas cuando el Tamarguillo se desbordó en la ciudad. Poco antes se había reventado la presa hidráulica de Montcabril inundando sus aguas todo el caserío del pueblo conocido como Ribadelago. Más de cuatrocientos vecinos habían quedado sin hogar y Pecker había promovido desde Radio Madrid una campaña de ayuda solidaria que resultó otro éxito.
Cuando Bobby apareció en Sevilla y constató la dimensión del drama que había motivado el afluente Tamarguillo, con las barcas del muelle de la sal surcando la Campana o la calle Oriente como si bogaran por el Guadalquivir, con incontables afectados y los locutores de Radio Nacional de España o de Radio Vida multiplicándose canalizando los socorros, de inmediato decidió reproducir y aumentar esa acción y creó la “Operación clavel”.
Ya dije en la entrada anterior las escasas emisoras que se sumaron al proyecto. Por eso sus logros resultaron tan sorprendentes.
Su luctuoso final también lo fue. La tragedia ocasionada al capotar la avioneta desde la que se tomaban fotos tiñó de luto la caravana que traía las ayudas al pueblo sevillano.
Desde bien temprano la esperaba yo en la Plaza de España para comentar su recibimiento oficial ante los micrófonos de Radio Nacional. Esperé en vano. Aquel invierno fue triste la Navidad. Sobre todo en la radio. Ese popular medio de información y entretenimiento que ejercía como tal y como antecedente de la inexistente tele, conocido en sus comienzos como TSH, telegrafía sin hilos y en el que Fasseden, un físico canadiense, puso a cabalgar la voz por primera vez el 24 de diciembre de 1906 leyendo la narración del nacimiento de Jesucristo en Belen según la dejó escrita el apóstol Lucas.
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