sábado, 22 de octubre de 2016

EPILOGO FRUSTRADO


El domingo 1 de abril de 1990 di mi Pregón de Semana Santa. El lunes siguiente, 2 del mismo mes, a mediodía, recibía plácemes y enhorabuenas telefónicas en mi despacho de la Delegación en Andalucía de la Dirección Comercial de RTVE, cuya titularidad ocupaba, que se hallaba en la primera planta del número 2 de la calle de Las Cortes. Y ese mismo día y en ese mismo compás horario la muerte venía hacia mí envuelta en un paquete de 320 kilos de explosivos que traía en un automóvil el miembro del Comando Argala de ETA Henry Parot para aparcarlo en el sótano del Corte Inglés y hacerlo estallar.

Dos miembros de la Guardia Civil lo detuvieron en un control en Santiponce y evitaron la que hubiera sido la mayor matanza en Sevilla a pocos días del comienzo de la Semana Santa, llevándose por delante a los clientes de los grandes almacenes, a la Jefatura de Policía, a toda la chiquillería del Colegio de las Esclavas… y a mí.

Fue el epílogo frustrado de mi Pregón. Por eso lo puedo contar hoy. Paquiño Correal lo ha hecho desde las páginas del Diario de Sevilla poniéndome la carne de gallina. Estoy vivo de milagro. Las oficinas de la gestión publicitaria y comercial de la tele estaban a pocos metros de donde, en el subsuelo, se hubiera abandonado el vehículo y, por consiguiente, dentro del radio de la onda de la carga detonante y de sus más letales consecuencias. Tengo una deuda impagable con quienes extienden su protección desde las Alturas y con mi  ángel de la guarda, que, en aquella ocasión, no fue uno,  sino que fueron dos y se cubren con tricornios cuando desfilan delante de los pasos.

Ayer merecieron el homenaje que se les rindió en la plaza de la Gavidia


Yo lo hago con estas breves líneas desde mi blog y las cierro precipitadamente para buscar una cafinitrina que me ayude a paliar el susto que todavía me dura.

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