No es la Plaza Mayor de Madrid ni la Plaza Nueva de Sevilla.No me refiero al urbanismo ciudadano sino a las plazas de toros. Y dicen que la primera es la de Madrid.
Había pensado en principio sugerir a Gallardón y a la señora Aguirre que se pusieran de acuerdo. No en la cainita reyerta que mantienen entre ambos por un quitemeallá el pan y la sal de la política,sino por ese ridículo continuado que mantiene la sedicente primera afición taurina del universo multiplicado sin aparentes límites por el milagro hertziano.
Ayer se corrieron los Pahlas,ganadería de bravo terrorífica que pasta en el Pais Vecino conocida todavía, aunque ya las cosas han cambiado mucho, como "los Miuras de Portugal". Seis ejemplares terroríficos, con agujas afiladas y cuajo de susto.Los tres espadas se crecieron ante ellos con arte,valor,entrega y conocimiento. Y, sin embargo, el público que abarrotaba los graderios, dio pruebas evidentes de su incomprensión. Luis Miguel Encabo que era el primero luchó con un enemigo de pavorosa cornamenta que hizo una discutible pelea en el caballo y lo mismo embestía que pegaba coces,al que banderilleó y consiguió algunos derechazos buenos. El fallo del jurado popular fue increible: pitos para el torero y ovación al toro.
Luis Bolivar se jugó el tipo con el tercero y el sexto embebiendolos en su muleta con clase,torería y buen gusto. El veredicto aquí aun resultó más incomprensible: Palmas al torero y vuelta al ruedo a un toro que nunca humilló en la muleta.
Son dos ejemplos de sabiduría. Me resisto a poner más.El postre,la gran ovación del público al mayoral de la ganadería.
El alcalde de la Capital del Reino y la Presidenta de la Comunidad, me dije, deberían tomar cartas en el asunto.Pero luego lo he pensado mejor. Basta con que la televisión siga estando presente para que en el Planeta Taurino se comprenda por qué las figuras no quieren ir a Madrid.
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