Tiene interés el reportaje que pública en su primera plana el periódico gratuito QUE! sobre las vacaciones veraniegas.
Resulta que en proporción a los nuevos roles que desempeñan actualmente las mujeres en la sociedad, los períodos de descanso estival de muchas féminas trabajadoras no suelen coincidir con los del marido, de manera que se ha producido una profunda modificación en la figura del “Rodríguez” que ha dejado de ser equívoco título del varón que, por mor de sus obligaciones, se queda solo en la ciudad con la familia en la playa.
Este descubrimiento de la soledad forzada entre las calores, con la familia lejos, fue seguido de tapadillo por una recuperación de la libertad que dicen que en la Capital del Reino resumió el marqués de la Valdavia, aunque otros lo atribuyen a Francisco Silvela, con la famosa frase "Madrid, en verano, sin familia y con dinero, Baden Baden...” que debió alumbrarse cuando aun perduraba la estela gozosa del famoso lugar alemán que, en el siglo XIX,empezó a tomar la burguesía europea como perfecto lugar de descanso.
El vaticinio feliz, aplicado en ocasiones al aparente sufrido trabajador que ha de permanecer en la ciudad mientras la familia descansa en algún lugar de la sierra o de la proximidad del mar ha sido desbordado por el correr de los tiempos.
Y la causa primera hay que buscarla en la incorporación progresiva de la mujer al mundo laboral hasta el extremo de alcanzar hoy un porcentaje de ocupadas respecto del total de la población femenina del 41.55 %, en tanto que en la actualidad hay menos hombres trabajadores que hace treinta años.
Esas reuniones episódicas de antiguos amigos o de simples comensales de la comida de mediodía en la barra del snack, al término de la jornada intensiva, que a veces terminaban en la indeseada cogorza o en la comprobación in situ de los anuncios de relax, disponen hoy del contrapeso de la utilización sensata del tiempo sobrante que llevan a cabo las nuevas incorporadas al “Rodrigueo”.
Hay quien aplaude la nueva costumbre con el tono revanchista de la que dice que su marido ha estado toda la vida de Rodríguez y ahora le toca a ella y también las que no ocultan la felicidad que supone cuando afirman con sinceridad que es el mejor ciclo del año o que se va a trabajar pero es casi como estar de vacaciones.
Incluso existe quien declara que en los tiempos que corren no puede haber maridos torpes, lo que plantea una inquietante pregunta:
¿Tan torpes eran los “Rodríguez” de antes?
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