lunes, 19 de enero de 2015

CON EL SAMSUNG EN LAS MANOS

¡Estoy apañado! Todavía no he conseguido dominar el teclado de mi móvil ni hacerme una foto en compañía de Mamen Mendizábal, la presentadora de la Sexta, para presumir de selfi y de acompañante y aparece un artículo en la edición de un periódico importante en Internet afirmando que esas redes sociales en las que mi torpeza me obliga a mantenerme al margen están llamadas a desaparecer.

¿Qué hago yo ahora, Dios mío?

No me importa mucho dejar de engancharme al tranvía de Twitter que me pareció siempre una red social bastante inútil donde puede penetrar en tu intimidad un grupo de gente desconocida en la que se mezclan  tus simpatizantes, pero también aquellos entrometidos que no te  votarán nunca para que te den ese premio literario al que vienes aspirando desde que te dio la manía de juntar palabras para aprovechar el tiempo libre.

Twitter y Facebook están en crisis, dicen. El valor en alza se llama Médium.

Agradezco la información. Eso me evita perder el tiempo tratando de dominar  un sistema decadente. Afirman que ha nacido como híbrido entre los blogs y las redes sociales y está llamado a convertirse en un procedimiento de difusión de gran calidad que fomenta el debate.

¡Horror de horrores! ¿El debate también aquí?... Desde que los administradores financieros de las distintas cadenas televisivas se dieron cuenta de que un debate ante las cámaras es mucho más barato que el capítulo de una telenovela, las filas de los actores en paro ante las oficinas de empleo  se han engrosado, en tanto que los estudios se han ido llenando de gesticulantes y redichos personajillos que opinan de lo divino y lo humano con el mayor desparpajo.


Si el debate llega al  recién nacido sistema, me partirá por el eje. Por el Médium, claro.

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