jueves, 23 de junio de 2016

Y EL DOMINGO, A VOTAR


Celestino Fernández Ortiz, periodista de aquellos felices días de la prensa de papel, cuya asociación de profesionales presidió largo tiempo y con notable éxito, me contaba que en Benacazón, que era su pueblo de nacencia, había un conocido paisano suyo, encumbrado agricultor, que solía decir:

--Les ha dado por hablar de la libertad religiosa y eso ha existido siempre. Aquí el que ha querido ir a Misa ha ido y el que no,  se ha quedado fuera de la iglesia.

Eran los tiempos históricos del Concilio Vaticano segundo, de cuya clausura ha transcurrido ya más de medio siglo, en los que la cuestión de la libertad de cultos saltaba desde las reuniones de los padres conciliares a las conversaciones de la calle.

El hombre llevaba razón, pero no caía en la cuenta de que, por lo demás, las libertadas públicas brillaban por su ausencia y que, bajo la férrea tutela del estado, poco podía hacerse en uso y disfrute del libre albedrío.

El domingo próximo es el día elegido para demostrar exactamente lo contrario, la votación democrática de  los ciudadanos que, sin presión alguna, acudan a depositar en una urna la expresión de su voluntad resumida en un papel que la manifestará de modo libre, directo y secreto.

Nadie sabe lo que es un vaso de agua hasta que le abrasa la sed. Y nadie conoce el valor de un voto sino aquel que durante una larga época se vio privado de su empleo.

--¡Y luego los políticos se reúnen y alcanzan pactos que desvirtúan lo que muchos han querido…!

Es cierto. No vivimos en un régimen democrático que carezca de errores y malformaciones. Pero sería funesto no disponer de él. “La Democracia es el peor sistema de gobierno… con excepción de todos los demás”, que dijera Sir Winston.

El domingo hay que votar, compañero, amigo, camarada, hermano.


Lo saben bien aquellos que un día corrieron delante de los caballos de los grises huyendo de vergajazos inclementes.

No hay comentarios: