lunes, 5 de octubre de 2009

Fútbol y toros en la tele, hoy como ayer.

Generosa ha estado la televisión este fin de semana con las dos grandes aficiones del país, la del fútbol y la de los toros. Y felices han sido sus resultados para los seguidores de este rincón con el triunfo del Sevilla sobre el Madrid y la salida en Las Ventas por la puerta grande de Sebastián Castella,mas sevillano de Gerena que francés de Beziers,además de las orejas cortadas en León en el festejo que ofreció Canal Sur en vez del previsto en Ubeda en el que Enrique Ponce y Salvador Vega que sustituía a Manuel Jesús El Cid, salieron a hombros en el último festejo de la Feria de San Miguel

Felices digo a pesar de la decepcionante corrida de Victorino Martín que ha deslucido el final de la madrileña Feria de Otoño enviando un encierro que defraudó ya de salida por no lidiarse completo y luego en el ruedo por adolecer de presentación, raza y fuerza. Diego Urdiales dio la única vuelta al ruedo tras pasaportar al segundo pero tanto José Luis Moreno como Sergio Aguilar se mostraron más que dignos con astados de nulas opciones.

Creo sinceramente que la televisión beneficia a la Fiesta cuando la lleva a sus pantallas y la interpreta con imágenes oportunas y comentarios acertados.

Manolo Molés que, en Canal Plus, se hace acompañar como siempre por el veterano Antonio Chenel y ahora por el casi recién retirado Manuel Caballero, complementa, aunque a mi juicio se pasa en palabrería radiofónica, lo que sucede en el ruedo y recogen los objetivos de las cámaras.

El espectador aficionado, apreciando la entrega de los tres muchachos que se enfrentaron a las alimañas del ganadero de Galapagar, abriendo sus sueños a las pocas corridas de la temporada, comprende mejor la decepción de un Urdiales a quien la cicatería presidencial negó la oreja olvidando que en muchas ocasiones la rigurosa negativa supone desposeerle de su derecho a volver.

Y torna a saborear el concepto clásico, el temple y la elegancia de un José Luis Moreno, importante con el animal que abrió plaza, noble pero endeble, aunque su labor no despegó por la condición del astado, reflexionando con el recuerdo oportuno de los comentaristas, que hace más de una decena de años ya estuvo allí afrontando la aridez de un ganado imposible para su toreo.

Morante dejó ráfagas aromáticas el día anterior, el del triunfo de Castella. Es uno de los pocos, yo diría que el único, capaz de pasar del infierno al cielo sin transición. Cada vez más artista. Y más valiente. Dispuesto siempre a resucitar el toreo antiguo, lo viste de colores cuando lo interpreta desde el cromatismo incopiable de los vuelos de su capote hasta la tersura de su muleta embrujada.

Antonio Gala fue a verle desde un burladero de callejón. El arte y la cultura acuden a la plaza cuando torea. Grande es la Fiesta. A pesar de sus contrastes detonantes: El egoísmo y la cicatería frente a la entrega y la generosidad… los sueños frente a la realidad desconsolada… y frente a la decepción, la esperanza que hasta llega a reverdecer en el invierno.

1 comentario:

Moe de Triana dijo...

Como diría el maestro Chenel:

-Enfócame a las rubias.

¡Un saludaso!